Miquel Àngel Binimelis ejercita uno de los caballos. | Gori Vicens

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Los caballos antaño estaban ligados casi exclusivamente al trabajo en el campo o al transporte tanto de personas como de mercancías. Hoy en día, son muy pocos los que se dedican a estos menesteres, aunque por deporte o placer siguen estando vinculados al campo. Además, para dar un uso a terrenos que ya no son de uso agrícola los han adaptado para albergar diferentes instalaciones. En este caso un hotel para caballos y centro de entrenamiento. Ejemplo de ello es la finca de Can Tord, en la carretera Portocolom – Porto Cristo, que últimamente la han condicionado para tal uso.

Por otra parte, el sector equino, ya sean los caballos para carreras de trote como los de doma o de disfrute lúdico, estos últimos años ha pasado de ser una afición a una industria. Según Colau Julià, tesorero de la Federació de Trot, «mucho de lo que hay sembrado en el campo es alimento para los caballos; es un sector a tener en cuenta y desconocido por mucha gente», explica.

Las instalaciones de Can Tord son modernas y muy prácticas. Cuentan con diferentes boxers con corrales, o sea, que el caballo no está encerrado sino en libertad y «para nosotros –explica Miquel Àngel Binimelisesto es lo más importante porque si ha estado encerrado todo el día dentro de tres paredes ha estado nervioso, en cambio así el animal está siempre en libertad». También hay una pista de trote de 410 metros, una pista con el suelo de geotéxtil que es un sistema de amortiguación para los caballos para que puedan hacer la elevación que toca y no se hagan daño, además de una piscina para su recuperación después de ejercitar. «Es el futuro del mundo de élite porque los caballos que trabajan mucho necesitan recuperar como las personas y la piscina es el deporte más completo», explica Binimelis.

El cuidado es esencial.

Y es que en Can Tord como centro de entrenamiento, sus modalidades principales son el trote y la pura raza española (doma clásica). En las manos de Miquel Àngel Binimelis y todo su equipo está el caballo Fer Bonachón, que han conseguido proclamarse dos veces campeones del mundo (años 2018 y 2019) de pura raza española, un campeonato muy exigente al que se presentan entre 400 y 500 caballos de todo el mundo.

Un exigente jurado puntúa la belleza y la calidad de los movimientos, en paso, trote y galope. En este centro la gente lleva sus caballos, «nosotros los cuidamos, los enseñamos, y el propietario viene aquí con tranquilidad, a disfrutar y a montar su caballo», añade Miquel Àngel.