El Espigolant de hoy nos traslada a sa Pobla, donde conocemos a Jaume Mir y Biel Crespí; ambos, jóvenes agricultores de la patata en la tierra que los vio crecer. «Nuestras familias eran agricultores de sa Pobla. Desde pequeños hemos crecido en un entorno donde la producción de patata determinaba nuestra vida. Con los años descubrimos que esta sería nuestra profesión» explica Jaume.
Son socios agricultores de la Sociedad Agraria de Transformación Esplet, «cada vez quedamos menos agricultores profesionales. Los beneficios son más pequeños y esto nos ha llevado a especializarnos y a ser más grandes. Por ello necesitamos organizarnos bien para poder comercializar toda la producción» explica Biel, que añade que «en Esplet se determinan las ventas semanales que se tienen para la próxima campaña. A partir de ello se prepara un programa de siembras semanales para cada agricultor y con las distintas variedades. De esta manera, cada uno sabe qué hacer y cuándo cosechar». Y es que, una buena organización es vital para compensar imprevistos como la calabruixada de abril... «La calabruixada afectó a una parte de la zona productora de la patata y no se ha recuperado. Ha habido menos producción», cuenta Jaume Mir, a lo que Biel Crespí añade que éste ha sido «un año complicado meteorológicamente, llevándonos a una campaña de menor producción».
Por otro lado, la crisis de la COVID-19 también ha tenido un «importante impacto en las ventas de la patata» aseguran los agricultores, que continúan reflexionando sobre el tema: «el cierre de los hoteles, cafeterías y restaurantes ha afectado a las ventas, que han disminuido a nivel europeo provocando excedentes importantes en patata vieja, afectando al precio», explica Crespí. Las conclusiones de Mir sentencian que «esto ha afectado a las ventas de la exportación, que no ha tenido la demanda normal. Va a ser un año complicado».
Pero también son conscientes de que pese a que las ventas de patata de sa Pobla están dirigidas principalmente a la exportación «debido a los grandes volúmenes de producción», sí comprueban que la gente «que busca un buen producto, aprecia la patata de Mallorca». Cabe destacar que la crisis sanitaria ha potenciado el consumo del producto local, aumentándolo, y aplauden la buena iniciativa de la Conselleria de Agricultura y del Consell Insular de Mallorca, que «potencian, junto a las organizaciones profesionales agrarias, el consumo de nuestros productos».
Finalmente, no se puede hablar con un agricultor y no preguntar por las características de su producto, por eso Biel Crespí y Jaume Mir se muestran orgullosos de pertenecer a una tradición de casi 100 años en la exportación de patata. «Esta experiencia hace que seamos capaces de producir las mejores patatas» asegura Jaume, y Biel añade que la variedad más producida en Mallorca es la Maris peer, «conocida como patató. Es una de las más sabrosas del mercado» asegura.
1 comentario
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La patata mallorquina, siempre se ha valorado bien. Pero durante años se ha exportado casi toda y nos hemos tenido que comer la de otros sitios. A ver si ahora llega al mercado y dejamos de tener que comprar otra de peor calidad. Como no se ha podido exportar, ahora llaman al consumo local... Pues a ver si fomentan más el local siempre y todos contentos. Lo lógico es exportar el excedente, no casi toda y que la tengamos que traer peor para nosotros.