Maria Antònia Nieto y Javier Coll, en la finca ubicada en Son Sureda, donde llevan a cabo su proyecto. | Redacción Part Forana

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Creció en el campo, entre ovejas y cerdos. Desde pequeño cultivó su amor por el medio ambiente y pronto descubrió la tranquilidad y la paz que proporciona el entorno. Hace poco decidió dejar la mecánica, su profesión, para hacer de su hobby una manera de vida. Javier Coll (Inca, 1988) sembró una semilla y recogió su fruto.

En el mes de marzo nació Agro Can Coll, una explotación familiar de agricultura convencional que ha sido reconvertida en agricultura ecológica. La finca, con una extensión de 20 hectáreas, se encuentra ubicada en el termino municipal de Manacor, en Son Sureda. Tiene muchos planes de futuro y anima a los jóvenes a emprender esta misma quimera. Si uno tiene ganas, con esfuerzo, se puede conseguir. De ello esta convencido y así afirma que «la agricultura de Mallorca depende del impulso de los jóvenes».

En 2013 compró un trozo de tierra. «Después de la COVID-19 nos dimos cuenta que la gente apostaba mucho por la producción local. Cree más en los productos de aquí. Decidimos emprender el camino hacia la reconversión ecológica, por un futuro sano y sostenible».

Coll explicó que tienen en marcha toda la tramitación hacia la etiqueta ecológica y que hay un periodo para esta transición. Según contó, la producción ecológica actual con la que cuentan abarca cordero, aceitunas, los huevos y la algarroba. «Tenemos una veintena de corderos, unos 150 olivos y una treintena de gallinas que están en libertad. Estos son nuestros alimentos ecológicos. Aparte cultivamos todo tipo de hortalizas y verduras como rábanos, espinacas, coliflor, entre otras variedades».

Coll considera que una de las apuestas más importante para el sector es la creación de cooperativas. «Entiendo que el futuro son los grupos de consumo porque con las agrupaciones de agricultores de diferentes producciones se puede llegar a un precio digno tanto para el pagés como para el consumidor. Entre los socios se comparten los gastos y no hay intermediarios. Nosotros tenemos el problema de la insularidad. La gente de cada vez más cree con el producto de aquí».

Uno de los problemas, según defendió, es el etiquetaje. Pide que se puede identificar si el producto es de aquí. «Algunos productores utilizan una misma etiqueta tanto si se ha producido y envasado aquí como si es comprado fuera y envasado aquí. Con ello se confunde al consumidor. Hay que marcar la diferencia». Su proyecto de futuro, junto con su pareja, Maria Antònia Nieto, es «conseguir cuanto antes agricultura ecológica certificada cien por cien en todos los productos que tenemos».

Sirve a particulares y a restaurantes y, a través de su página web, se pueden hacer los pedidos. Se sirven a elección del consumidor y son productos de temporada. «Se pueden encargar cajas que al estar comprometidos con la sostenibilidad son de uso reutilizable».