Estos días en el olivar más grande de Mallorca, en Son Mesquidassa (Felanitx), una finca propiedad de la familia Rosselló, se está trabajando a destajo en la recolección de la aceituna. En un terreno de 100 hectáreas hay sembrados 150.000 olivos, una plantación de siete años perfectamente planificada en un cultivo superintensivo: entre olivos, 1,5 metros de distancia y 4 metros de calle.
La previsión de éste año es recolectar entre 800 y 900 toneladas de aceituna, unos 13.000 kilos por hectárea, siendo «una cosecha óptima, que está dentro de la media», explica el gerente de Son Mesquidassa, Juan José Alcaide.
La recolección de la aceituna se hace con una máquina especial –la única de estas características que hay en Mallorca– que lleva unas palas que se van moviendo, colocando las olivas en un recipiente. Posteriormente son traspasadas a un camión que las lleva directamente a la almazara, situada a escasos metros de la plantación dentro de la misma finca. Con este sistema mecanizado, no se daña la aceituna y se consigue que en treinta minutos ésta esté del árbol al molino y dos horas más tarde ya es aceite, dándole con éste sistema una calidad superior, ha explicado Juan José Alcaide.
Prácticamente toda la plantación es arquebina, aunque también tienen cuatro campos experimentales donde van probando el rendimiento de otras variedades. Uno de los requisitos es que sean árboles muy frondosos y muy flexibles, para facilitar la recolección mecanizada. Por ejemplo la variedad frantoio no ha dado el rendimiento esperado y la han arrancado; la koroneiki no se adapta a este clima y la chiquitita (una mezcla entre arbequina y picual) con el paso de los años también la van descartando. La que sí da muy buenos resultados y van sembrando hectáreas es la variedad catalana –de entre Tarragona y Barcelona– arbosana. «Necesita menos poda y menos mano de obra. Es muy constante con la cantidad de aceituna y en calidad no tiene nada que envidiar a la arbequina», explica Juan J. Alcaide.
La plantación, para facilitar la recolección mecanizada se poda como un seto. Tanto el ancho como el alto lo marca la máquina. De esta manera no se daña para nada el árbol, «hacemos la poda pensando con la máquina», explica.
Además de su propia producción, en la moderna almazara de Son Mesquidassa, de unos 2.500 metros cuadrados y con la última tecnología, también producen el aceite de las aceitunas que les traen muchos agricultores –aficionados y profesionales-. Los últimos años ha habido un importante auge de sembrar olivos. De esta manera, rápida y cómoda, cada uno consume el aceite de sus propias aceitunas. Estos días hay un gran ajetreo de clientes que trajinan.
En Son Mesquidassa, de la aceituna se aprovecha todo. El hueso para calefacción, agua caliente y aire frío; y la pulpa y el pellejo, para la elaboración de herbicidas y compostaje (compost).
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