Jaume Sureda posa con uno de los pollos que cría en su finca de Banderola. | Curro Viera

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Jaume Sureda (Maria de la Salut, 1965) tiene muy claros sus objetivos como productor: lograr un producto único, que destaque sobre los demás por su calidad y por el bienestar de los animales. Pero en su caso este bienestar es mucho más que una simple etiqueta de moda, es una manera de entender el campo y la tradición por encima de los frenéticos mercados.

Su actividad se centra principalmente en la cría de pollos de forma ecológica, pero es además el presidente de la cooperativa Ecoilla, que ofrece sus productos tanto online como en su tienda del Mercat de Santa Catalina. En ella están incluidos ganaderos, horticultores, agricultores y fruticultores, siempre con el valor ecológico como premisa.

Esto no es solo una palabra, sino la escrupulosa atención a varios detalles que siempre tienen como objetivo al animal y a la calidad que llega al consumidor. «Normalmente tenemos unos 500 pollos que disponen de 3.500 metros cuadrados de corral en los que viven en total libertad. De la explotación salen unos 70 ejemplares a la semana, que han sido criados con una alimentación natural a base de hierbas y hortalizas. «Esta alimentación se nota en todos los aspectos» recalca Sureda. Se trata del denominado pollo rojo mallorquín, «el de toda la vida» afirma, que se distingue por una especial configuración de las plumas y el etiquetado acreditativo.

Lleva más de treinta años dedicado a esta labor. De familia payesa, conoce bien las dificultades del gremio. La situación de los mataderos, por ejemplo, ha sido incomprensible para él, que tuvo que ver como la carne consumida en Mallorca se sacrificaba en Menorca o Ibiza.

Su finca, Banderola, entre los términos municipales de Sineu y Maria de la Salut tiene un tamaño de 4 hectáreas y más de 70 de fincas secundarias. La cría de los pollos se hace mediante un sistema rotatorio, en tres zonas de cría y maduración que permite que siempre haya zonas limpias y acondicionadas en espera de nuevos ejemplares.

Los hábitos del consumidor van incluyendo este tipo de productos auténticos. Se valora el sabor, la calidad y las condiciones de cría, pero «aún hace falta ayuda del consumidor y en especial de las administraciones».

El público valora lo ecológico cada vez más, «pero ha de comprender las condiciones». Los permisos de cría se demoran de maneras a veces absurdas y se da la circunstancia de haber matarifes especializados en, por ejemplo, el conejo (sin ir más lejos, el propio Jaume y su hijo Toni han realizado recientemente el curso) pero no hay permiso para criar en granjas este animal, que ha de traerse de fuera de la Isla para su consumo. Estas trabas ponen en peligro, además, la continuidad de estos tradicionales oficios, afirma Sureda. «Si los jóvenes se encuentran tantas trabas para todo y no se les facilitan las cosas, acaban cansándose y yéndose a otros gremios» se lamenta.