Miquel Coll, paseando en el olivar de ses Rotes, que supuso un punto de inflexión en su vida profesional. | Lola Olmo

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Miquel Coll, productor de aceite de oliva ecológico, no nació payés, aunque una infancia con abuelos agricultores le dio un bagaje al que, este ingeniero industrial, ha podido recurrir desde que la crisis de 2008 le llevó a valorar el campo hasta querer hacerse cargo de las fincas familiares. Sustituyó los almendros de ses Rotes, que se estaban muriendo a causa de la Xylella Fastidiosa, por olivos de las variedades Arbequina y Koroneiki. Hoy gestiona 15 hectáreas de cultivos en Santa Eugènia, 7 de ellas olivar.

Aunque combina ambas profesiones por la falta de seguridad que ofrece la agricultura, reconoce que es entre sus olivos donde mejor se siente. «Cuando llegó aquella crisis y el trabajo se desmoronaba, venía a la finca para desconectar; planté los olivos sin saber mucho de los cuidados que necesitan, me tuve que empapar pero también muchas personas me han ayudado con sus consejos». En 2016 comercializó sus primeras botellas de aceite de oliva virgen extra y ecológico bajo la marca Olíric, elaborado con un coupage de aquellas dos variedades de oliva tan distintas entre sí. «Entonces la producción era pequeña, pero hace dos años ya hemos podido elaborar tres aceites distintos, dos monovarietales de Arbequina y Koroneiki, respectivamente, y el coupage de ambas», explica. Y no le ha ido mal, pues Olíric ha ganado varios premios en concursos internacionales: en 2020 quedó entre los 10 mejores en Biofach, Alemania; en 2021 se llevó dos bronces en la Berlin Global Olive Oli Awards; y en 2022 ha hecho doblete, con premios en Evooleum 2022, en Córdoba, y dos medallas Extragold para sus dos monovarietales en el prestigioso concurso Biol, para aceites ecológicos, en Italia.

El punto de inflexión para este proyecto personal llegó con la elección de una tafona (almazara) que trabajara exclusivamente con aceite ecológico. «Pienso que las almazaras de Mallorca uniformizan demasiado el producto final, no puedes cambiar variables y queda poco margen para la diferenciación», señala Coll, cuya finca de ses Rotes está certificada por el CBPAE. Sus aceites de oliva juegan con el dulzor de la Arbequina y la intensidad y estabilidad que aporta la Koroneiki.

El cultivo en ecológico fue su primera opción, aunque esto añade más dificultad si cabe. «No hay que olvidar que los payeses ecológicos también sufrimos la subida de precios de los insumos; solo con los envases, ahora mismo han subido desde la botella de cristal, al tapón y el papel para las etiquetas». Hace unos años, un estudio reveló que el coste medio de producir aceite de oliva virgen extra en Mallorca alcanza los 6 euros el litro. Ahora los costes se han multiplicado. Desde hace cinco años, Miquel Coll preside la asociación APAEMA, nacida para defender los intereses de los agricultores y ganaderos ecológicos. «Es dinámica y no deja de crecer en socios y proyectos. Ya somos 535 socios».