Imagen de archivo de una quema controlada de rastrojo. | Redacción Part Forana

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La nueva normativa europea que prohíbe las quemas en terrenos agrícolas durante los meses de invierno, como se lleva haciendo tradicionalmente, ha levantado todo tipo de comentarios como por ejemplo, si se hace para evitar incendios, pero los expertos apuntan al principal problema de estos fuegos: que son perjudiciales para la tierra y para la atmósfera. Al quemar, el carbón pasa al aire en forma de CO2; en cambio sí lo incorporamos al terreno de una manera u otra -esparcido una vez triturado, por ejemplo- se convierte en materia orgánica, un producto esencial para mejorar la fertilidad de la tierra.

La agricultura en ecológico, así como la convencional también cada vez más, se basan en la fertilidad del suelo. Mallorca tiene unos niveles bajos de materia orgánica. Si en otras zonas tienen entre un 3 y un 4 por ciento, aquí nos movemos entorno el 1 %. Mantener una buena fertilidad se consigue aumentando al máximo la carga orgánica (carbónica) que hay en la tierra. Por ello, es muy interesante poder incorporarle materia, algo que actualmente está muy limitado. Hay poco estiércol porque de cada vez hay menos animales, otra fuente es la paja, los rastrojos y diversos residuos agrícolas, y una tercera, los restos de poda (el ramaje).

Para el técnico agrícola de la asociación APAEMA, Miquel Serra, «se quema por costumbre, por comodidad, pero las quemas de rastrojos y orillas de caminos o de paredes serán vistos en los próximos años como un disparate». La tendencia de la normativa europea es poder triturar los restos o simplemente desbrozarlos y dejarlos en el terreno.

Miquel Serra, técnico de Apaema.

«La quema es más cómoda, de golpe dejas un espacio limpio visualmente. Además, donde quemas, en los próximos meses saldrá hierba que crecerá mejor que en otros lugares, dando la sensación que estás abonando la tierra, pero es falso», apunta Serra. «Cuando quemas un montón de restos, lo que haces es concentrar en un lugar pequeño todo el beneficio de los minerales. Toda la materia orgánica se va pero minerales como el fósforo y el potasio en parte quedan asimilables para la planta. Esto es pan para hoy y hambre para mañana», explica el técnico.

Sólo se tendría que quemar en casos justificados por cuestiones higiénicas o por prevención de plagas y enfermedades como la Xylella.

l problema es que se ha establecido una prohibición sin que haya soluciones claras para los agricultores. No todos se pueden permitir comprar trituradoras o desbrozadoras, aunque sería el mejor sistema para eliminar estos restos. O, también, dejarlos en el terreno y que con el paso del tiempo se vayan deshaciendo y convirtiendo en abono. Dado la enorme movilización del sector en contra, esta ley va a ser derogada el próximo año, «entendemos los motivos económicos de muchas fincas, la exposición a multas, etc, pero volveremos a descuidar quizá el recurso más importante para la tierra», finaliza Serra.