Sara Lechuga trabaja en la obtención de tintes naturales para teñir fibras como la lana. | Lola Olmo

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Sara Lechuga es una de las caras visibles de Fil de Bosc, un equipo multidisciplinar que presta servicios de agroecología, investigando el comportamiento de la naturaleza y buscando nexos con la agricultura, la cultura y el arte. El objetivo es enseñar a agricultores, ganaderos, artesanos y artistas a introducir prácticas y materias primas sostenibles en sus oficios. También se enfoca en el asesoramiento a familias que quieren cultivar su propio huerto o jardín de plantas comestibles.

Uno de los proyectos en los que trabaja actualmente es en la siembra de jardines de plantas tintóreas con las que elaborar tintes naturales para abastecer a los artesanos que trabajan con la lana de oveja y fibras vegetales. «Queremos ofrecer tintes naturales elaborados con plantas cultivadas en Mallorca, porque muchas de las plantas tintóreas que existen se pueden adaptar al clima de la Isla», explica. De este modo, se cierra el círculo, al confeccionar téxtiles con fibras naturales sin necesidad de importar las materias primas para teñirlas.

En la naturaleza existen numerosas plantas tintóreas. Algunas que ya ha plantado en Sencelles y con las que experimenta el resultado de los tintes son Indigofera tinctoria é Índigo japonesa, Cártamo, Nogalina, Rubia tinctoria y Rubia peregrina, Isatis tinctoria, Persicaria tinctoria, Margarita, Caléndula officinalis y Cosmos, entre otras. Con estos tintes también realizan talleres para niños y público familiar. «Me gusta explicar a los niños que la naturaleza es efímera; las prendas y pinturas realizadas con tintes naturales con el tiempo se apagan, pero así funciona la naturaleza».

En los talleres muestra qué plantas pueden tener propiedades tintóreas, cómo y en qué época de deben recolectar. «Cuando alguien requiere nuestros servicios para crear un jardín o huerto, tengo que arrancar muchas plantas silvestres que intento aprovechar replantándolas en otro lugar porque todas las plantas tienen una función; nuestra filosofía es que los residuos naturales son recursos», explica.

El invierno pasado comenzó la plantación de un jardín con plantas tintóreas en Sencelles. Esta iniciativa va ligada al proyecto que Fil de Bosc desempeña para recuperar el valor de la lana, un subproducto de la ganadería que con los años ha dejado de generar beneficio alguno. Estos tintes se utilizan para teñir la lana y que los artesanos que la trabajan puedan tener a su alcance estas materias primas para crear prendas u objetos. También realiza formaciones a los ganaderos para que aprendan cómo utilizar esta lana con fines agrícolas tras el esquilado de las ovejas.

A veces no se necesita descubrir nada nuevo, sino fijarse en cómo lo hacía la sociedad rural antes de la industrialización actual. «Sabemos que tras la época de esquilado, se lavaba la lana en el mar, que es como un mordiente natural, como el alumbre, el vinagre o el ácido cítrico; tenemos que recuperar todo este conocimiento, pero es difícil porque se transmitía de manera oral».