David Carsi es el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Alcúdia y antes fue pescador profesional y mecánico. | Lola Olmo

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David Carsi es el ‘patró major’ de la Confraria de Pescadors de Alcúdia, Can Picafort y Colònia de Sant Pere. Desde 2017 ha cambiado la pesca profesional por su dedicación a las tareas administrativas y organizativas que conlleva administrar una de las cofradías de pescadores más grandes que quedan las Illes Balears, con 29 barcas y 80 socios en activo. «Aún así la burocracia y la política europea del ‘café para todos’ está abocando al sector pesquero a una situación de retroceso, apenas quedan 240 embarcaciones de pesca en todo el conjunto de las Illes Balears, de las cuales solo 32 son de arrastre; en Alcúdia concretamente, solo quedan dos barcas de bou», lamenta.

David Carsí creció en el seno de una familia con raíces marineras, pero el oficio de marinero no fue su primera opción. «Primero estudié de mecánico y trabajé en un taller, luego me puse por mi cuenta y en mi taller, además de motores de coche, llevábamos el mantenimiento de barcos, algunos de ellos de pesca». A los 27 años le convencieron para hacerse marinero, así que se sacó los cursos necesarios, el título de patrón de pesca y se embarcó durante dos años, hasta que en 2009 su espíritu emprendedor le llevó a comprar un barco de pesca botado con el nombre de Virginia. Le enorgullece haber cambiado la base y devolver esta embarcación al puerto de Alcúdia, donde fue construida, antes de ser vendida y terminar en el Port de Pollença.

El mar le tira. «Mi bisabuelo y tíos de mi padre eran pescadores; siempre hemos sido gente del mar, pero alguien tiene que defender al sector, ayudar a los pescadores con la burocracia que nos está llevando hacia el abismo». En este sentido, explica que «somos pioneros en tener vedas, zonas protegidas y reservas marinas; además, un solo puerto de la Península tiene una flota más grande que la nuestra, pero no se ha tenido en cuenta ninguna de nuestras peculiaridades a la hora de aplicar las restricciones».

Carsi teme que «no llegue el relevo generacional y la pesca desaparezca, pese a que en Alcúdia los pescadores son jóvenes, con una media entre 25 y 50 años; pero solo nos quedan dos barcas de bou y en 5 años podrían desaparecer». La cofradía de pescadores de Alcúdia no se conforma con un papel pasivo y trabaja en la confección de un plan de gestión para la pesca en aguas interiores. Entre las dificultades que ya se avecinan, el ‘patró major’ alerta sobre la disminución de la cuota de gamba roja, y de la posible falta de gambas, merluzas, bruixes y langostinos en el mercado, pues son especies que se pescan con arrastre. También de la llegada de barcos de fuera que, aunque es legal, pescan aquí emperadores y atunes. Finalmente está el papel del consumidor, que debe saber que puede comprar directamente a los pescadores y en su edificio del Port, siempre que pase por los controles de trazabilidad pertinentes.