Antoni Estelrich es un agricultor de Santa Margalida. | Pep Córcoles

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Antoni Esterich, payés de Santa Margalida, es uno de los pocos agricultores de Mallorca que se aferran a continuar con una tradición como es la de producir el melón de Navidad, como se le conoce popularmente. En muchos hogares es costumbre guardar uno o varios melones para consumir durante las fiestas navideñas, pero no vale cualquier melón . Para ello debe tener una piel gruesa, un buen contenido en fibra y azúcar y haber sido muy poco regado.

Los payeses ya criaban antiguamente algunos melones de sus fincas, especialmente para guardarlos. Para ello es preciso efectuar un trabajoso laboreo de las fincas, y no todas son adecuadas además para ello. Explica Estelrich que «debe ser una parcela con una buena capa de tierra fértil, no demasiado pedregosa pues debe aguantar la humedad y tampoco se debe encharcar con facilidad pues las plantas se morirían por exceso de agua».

El agricultor explica que «tampoco vale cualquier raza de melón. En Mallorca acostumbramos a usar: piel de sapo, valencianet, fei y groguenc, entre otras variedades antiguas. Yo particularmente trabajo sólo con piel de sapo». El payés agrega que «tampoco vale cualquier piel de sapo, pues habitualmente se cultivan unas variedades híbridas que no aguantan. Tienen mucha agua y se pudren si se guardan.

Tiene que ser un sapo que tenga una piel muy gruesa. Mi familia ha ido seleccionando la variedad durante años; guardando las semillas de los melones que han salido buenos y nos hemos procurado una línea adecuada». Estelrich siembra cada año sus meloneras a partir de semillas que ha reservado de los mejores melones que ha cosechado, tal y como hacían sus antepasados.

Para cultivar un buen melón navideño el trabajo del agricultor empieza en septiembre u octubre del año anterior. «Antes de que llueva demasiado, cuando han empezado las primeras lluvias, se debe labrar profundo; unos 50 centímetros como mínimo. Dejarlo y esperar que llueva de nuevo. Cuando ha vuelto a llover se pasan los cultivadores para aflojar la tierra y no dejar que se apelmace. Se debe hacer asiduamente hasta abril. Entonces se siembra el melón de semilla, no de plantel, procurando que la tierra tenga humedad debajo y que no se apelmace ni agriete». Durante todo el tiempo que dure el crecimiento de la planta, floración y fructificación, el payés debe seguir cuidando la tierra para que no ‘cierre’ ni se agriete; «por ello se siembran las matas en surcos muy separados unos de otros, porque hay que seguir pasando el tractor», puntualiza Estelrich.

Con esta práctica, y con muy poco riego, se consigue alargar la recolección del melón hasta Navidad. «Los agricultores que siembran melón de regadío están acabando la temporada ahora. Los que hacemos el melón a la seca, que se puede guardar, alargamos la temporada y con ello conseguimos un poco más de rédito, si bien es verdad que estos melones invernales son más pequeños y pesan menos», dice Estelrich

Ángel Segura, de la Corporación Agroalimentaria Agroilla, dice: «Hace muchos años que nosotros ya no lo hacemos. No es rentable; poca producción y mucho trabajo. El producto vale dinero y el consumidor actual no lo aprecia puesto que puede adquirir un melón relativamente económico de origen extranjero». Rosa González, de la misma empresa, agrega que «ahora se encuentra melón los doce meses del año en las tiendas, si no es español, de Chile o de cualquier otra parte. Las comunicaciones son muy rápidas actualmente. Es una consecuencia de la globalización».

Estelrich reconoce que «esa competencia es la que ocasiona que muchos mallorquines estén dejando esta práctica, aunque los melones que hacemos sean de mucha mayor calidad». Segura agrega: «Es un poco lo que ha pasado con el tomate de ramellet; ya no vale la pena hacer ramellet de secano cuando todo el año tenemos variedades híbridas de invernadero que hacen el apaño a un precio mucho más asequible».