Imagen de MIquel Cloquell.

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La calabaza es un fruto que tiene muchos usos además del alimenticio. Yo hice una exposición hace unos años durante la feria de Muro en la que mostré algunas como las usadas como cazo en la cocina, como vertedera para regar, como bota de vino e incluso una variedad que produce un estropajo natural, entre otras muchas», explica Miquel Cloquell, un veterano payés que cultiva cucurbitáceas en su finca de Can Parril de Muro. Es un auténtico enamorado de las cucurbitáceas y, por tanto, asiduo colaborador de la Fira de la Carabassa de Muro, en la que este año quedó segundo del concurso anual con una calabaza de 305 kilos de peso.

Las diferentes variedades proveen una gran cantidad de usos para las personas. La cáscara de la calabaza, una vez vaciada y curada, se puede utilizar con fines ornamentales, para la fabricación de utensilios y artesanías y de instrumentos musicales. El contenido del fruto maduro se utiliza con fines gastronómicos, tanto para la preparación de platos como para la fabricación de bebidas, incluyendo bebidas alcohólicas. Las semillas son comestibles y se utilizan en platos dulces y salados. Distintas partes del fruto y la planta se utilizan con fines medicinales y cosméticos, como la producción de jabón.

«La calabaza es un todo terreno que antiguamente se consumía mucho más pero que ahora ha experimentado un resurgimiento. Vendo casi 10 toneladas al año, lo cual no es despreciable», sostiene Cloquell. «Yo actúo casi como un banco de semillas. Me gusta preservar las razas y compartirlas con quien le gusten. Hace poco vinieron unos cultivadores catalanes, con motivo de la feria, y me contaron que tenían problemas para conseguir calabaza de cabello de ángel en Cataluña. Les dije que tenía varias toneladas y me las compraron todas», explica el payés.

Cloquell ha sido además el artífice de la preservación de la calabaza autóctona conocida como calabaza patata. «Es una variedad que produce frutos de buen tamaño y exquisitos para comer. Hace años que el germà Macià, impulsor del jardín botánico de Lluc, me comentó que buscaba semillas de esta calabaza y no encontraba. Yo recordé haber visto algunas en sa Pobla, expuestas a la venta en una casa particular. Fui y le pedí a la dueña que me vendiera una; le expliqué que era para llevarla a Lluc y reproducirla en el jardín botánico. La señora se emocionó y me la regaló. De esas semillas iniciamos la recuperación y hoy en día es un hecho».

Además de las razas curiosas como la de la calabaza esponja o estropajo, o la calabaza bota de vino, de evidente uso, Cloquell cultiva en gran cantidad la calabaza cacahuete, una de las más consumidas y de la que produce unas cuatro toneladas al año. «Pero la que más me gusta por su finura y exquisito sabor es la calabaza rabaquet. Es la que popularizó, con el nombre de Ruperta, el popular concurso Un, dos, tres».