Las leguminosas han formado parte de la alimentación durante siglos por su alto valor nutritivo aunque en los últimos años se han dejado de consumir entre otros aspectos porque han perdido prestigio en la alimentación diaria. Según datos de a Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en los 60 se consumía una ración diaria, mientas que ahora no se llega ni a la mitad de esa cantidad. ¿Qué motivos explican esta disminución del consumo? Los expertos lo atribuyen a los cambios en los hábitos alimentarios.
Las legumbres tienen gran cantidad de proteínas de alta calidad especialmente cuando se consumen combinadas con otros alimentos; son ricas en hidratos de carbono complejos de absorción lenta que escasean en gran medida en la dieta actual. Ayudan en el control de la glucosa y el colesterol en la sangre; además, son una excelente fuente de fibra, que también falta en la dieta actual y contienen poca grasa y poco sodio y no tienen colesterol. Este contenido en fibra es de gran ayuda en las dietas de adelgazamiento ya que mejora el tránsito intestinal y ayuda a eliminar fácilmente sustancias de desecho y toxinas por lo que el control de peso resulta más efectivo.
También son una gran fuente de potasio, magnesio, hierro y otros minerales. Aportan antioxidantes y son aptas para los celíacos. Y no hay que olvidar que son alimentos que se pueden guardar durante mucho tiempo en la despensa debido a que se conservan a la perfección. Además se pueden cocinar y congelarlos para cualquier otro día sin que en ningún momento se pierdan sus propiedades nutricionales.
En contraprestación, poseen componentes que dificultan la absorción de nutrientes; además, hay personas a las que les producen flatulencia. Esto se debe a que poseen una cantidad apreciable de fibra. Sin embargo, pueden ser más digeribles si al cocinarlas le añades especias y hierbas como el comino o el laurel. Por eso, prepararlas como puré también limita estos posibles efectos. Y no hay que olvidar que requieren más preparación y elaboración, ya que hay que ponerlas en remojo horas antes y precisan una cocción larga, pero con las ollas a presión, con precios cada vez más asequibles, ya no hay excusa. Así que el tiempo de cocción largo ya no es una excusa.
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