Uno de sus beneficios nutricionales es que es graso rico en proteína magra y ácidos grasos Omega 3, caracterizado también por una importante presencia de vitaminas del grupo B: B2, B3, B6, B9 y B12, además de vitaminas liposolubles A y D. Su niacina reduce el colesterol y sus nutrientes son buenos para la piel, la memoria, el corazón o el estado de ánimo. Al tratarse de un pez graso de gran tamaño, el problema reside en la cantidad de mercurio, un metal tóxico y pesado que pasa a tu organismo.
Analizando la presencia de mercurio entre productos frescos, la OCU determinó que el atún y el pez espada son los pescados con mayor cantidad del metal al tratarse de peces predadores, grandes y longevos. Mientras, almejas, calamares, pulpo, langostino, lenguado o salmón presentan proporciones mucho más bajas. Por su parte, la Asociación Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) recomienda a los grupos de población especialmente vulnerables no consumir pescados como el atún. Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, lo recomendable es limitar el consumo en personas adultas sanas a dos latas de atún a la semana como máximo. Las embarazadas no deben comer atún fresco, y deben limitar el de lata a unos 170 gramos semanales, según las recomendaciones de la FDA.
Ingerir demasiado mercurio durante el embarazo puede ser peligroso para los bebés, así como los niños pequeños. A medida que el cerebro de un niño se desarrolla, absorbe rápidamente los nutrientes y el mercurio puede causar problemas de aprendizaje y retrasos en el desarrollo. Otras investigaciones han demostrado que la exposición al mercurio está relacionada con la presión arterial alta, así como niveles más altos de colesterol malo LDL y un mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón.
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