Los veterinarios señalan que la audición aguda de los perros hace que perciban estos sonidos como dolorosos y alarmantes, lo que puede desencadenar temblores, jadeos, parálisis e incluso, en casos extremos, fallos cardíacos. Además, el pánico puede llevar a comportamientos erráticos, como intentos de huida que aumentan el riesgo de extravío o accidentes.
Para mitigar estos efectos, se recomiendan varias medidas. Antes del inicio de la pirotecnia, es aconsejable pasear al perro en horarios tranquilos, asegurándose de que esté siempre sujeto con correa para evitar escapes ante posibles detonaciones inesperadas. Una vez en casa, crear un ambiente seguro es fundamental: cerrar puertas y ventanas para amortiguar el ruido, proporcionar un espacio acogedor donde el animal pueda refugiarse y acompañarlo para ofrecerle calma y seguridad.
Algunas ciudades han tomado conciencia de este problema y han implementado restricciones al uso de fuegos artificiales ruidosos para proteger a los animales. Barcelona, Madrid y Zaragoza, entre otras, han adoptado medidas que limitan la pirotecnia sonora, optando por alternativas más silenciosas en sus celebraciones.
Además de las medidas mencionadas, algunos veterinarios sugieren el uso de música relajante para enmascarar los ruidos externos y, en casos de ansiedad severa, consultar sobre posibles tratamientos o terapias que ayuden a aliviar el sufrimiento del animal.
La empatía y la responsabilidad de los ciudadanos también juegan un papel crucial. Evitar el uso indiscriminado de petardos y fuegos artificiales en áreas residenciales puede contribuir significativamente al bienestar de las mascotas y de personas sensibles al ruido. La concienciación sobre el impacto de la pirotecnia en los animales es un paso importante hacia celebraciones más inclusivas y respetuosas.
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