El mundo está lleno de libros de cocina y hay centenares de recetas con ingredientes que son desconocidos para muchos. Uno pensaría que los cocineros de restaurante podrían sorprendernos de vez en cuando con algo completamente nuevo. Pero pocos lo hacen. Sin embargo, en El Patio de Gloria, el restaurante de Hotel Gloria de Sant Jaume (Tel:971717997) había algo que jamás he visto en la carta de cualquier restaurante: el fideo fresco alemán llamado Spätzle, una guarnición en su menú mediodía a 21,50 €.
Encontré esta pasta por primera vez hace décadas en algún libro y me llamó la atención ya que era muy sencillo y fácil de elaborar. Esta pasta se hace con medio kilo de harina, cuatro huevos, nuez moscada a gusto, y leche suficiente para hacer una masa sólida que no hace falta trabajar ni estar un par de horas en reposo. Uno simplemente coge trozos de masa y va forzándolos por los agujeros de un colador para que unos fideos de cuatro centímetros vayan cayendo en agua salada e hirviendo donde se cuecen durante unos ocho minutos.
Los fideos luego se saltean con mantequilla hasta que estén dorados, se les echa pan rallado y se sirven con goulash el estofado alemán de ternera. Los alemanes también emplean el Spätzle para hacer un tortilla. En ambos casos, esta pasta es la personificación del Gemütlichkeit, la calidad de cobijo y placer que son una parte tan esencial del estilo de vida alemán.
En El Patio de Gloria el Spätzle fue salteado hasta quedarse ligeramente arrugado pero blando, para dar un contraste de texturas con los espárragos verdes cortados a daditos y muy al dente. El plato también venía con albóndigas de butifarra catalana fritas y jugosas, por lo tanto era una especie de mar y montaña ya que el ingrediente principal es un filete de lubina.
Aunque como lubina bastante a menudo, siempre me quedo algo asombrado de lo deliciosa que es, tanto en textura como en sabor, y tanto en filetes como enterita. Y si el cocinero añade algo desconocido como el Spätzle, se convierte en algo muy especial. Y siendo un plato tan fotogénico, es un 10 desde el principio hasta el final.
Pero las sorpresas y las puntuaciones 10 no terminaban ahí: uno de los postres era otra maravilla. Está en la carta como tartaleta de ciruelas asadas y pasta de almendra casera, pero es mucho más. Para empezar, las ciruelas son de la huerta de la dueña del hotel y tienen un increíble color rojizo y un punto de acidez incógnito en mi experiencia de las ciruelas. Con el primer bocado pensé que comía ruibarbo, otro ingrediente que apenas se ve en los restaurantes isleños. Aquí había un buen contraste de sabores con la acidez de la fruta y el dulzor de la pasta almendrada, la frangipane de los franceses. Fue un postre 10 instantáneo.
El menú mediodía cambia cada semana y se sirve de lunes a viernes. Cuesta 21,50 € y el precio incluye pan y alioli casero, entrante, principal, postre y una copa de vino, cerveza, refresco o agua.
1 comentario
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Me encantan los spatze,lo comía en alemania con gulasch,y la tarta de ciruelas, riquisima