Durante la pandemia, los restauradores fueron golpeados cruelmente, algunos cayendo grogui aunque pudieron levantarse para tomarse la revancha. Sin embargo, otros muchos fueron noqueados y dejados fuera del combate para siempre. Justo antes de la llegada del coronavirus, había un cierre que causó conturbación entre los amantes de la buena cocina española gallega. El Gallego, anclado en calle Carmen desde que Juan Temprano lo abrió en 1980, había cerrado aún siendo uno de los restaurantes más exitosos de la ciudad, con llenazos todos los días. Parecía inexplicable… pero había una explicación muy sencilla. El problema era precisamente aquellos llenazos a diario: el jefe de cocina Mauricio Temprano estaba harto de tanto trabajo. Tiró la toalla de un día para otro, tomaba unas vacaciones con la intención de luego buscar un local pequeño donde serviría cuatro especialidades gallegas, unos platos de pizarra y lo que podían pedir algunos de los clientes asiduos. Pero luego vino el coronavirus y los planes de Mauricio fueron aparcados… pero no olvidados. Mauricio encontró un local pequeño perfecto y El Gallego volvió a tocar las gaitas el mes pasado, pero ahora en calle Joaquín Botia.
Panorama gastronómico
El Gallego vuelve a tocar las gaitas
Ahora Mauricio tiene un sitio casi pigmeo con unas pocas mesas en la parte delantera y aún menos en la zona trasera
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1 comentario
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Ni sardinas gallegas, ni calamares gallegos ni mejillones de las rías gallegas, salvo la empanada y la tarta de Santiago, a mi paisano le decía yo cuatro cositas bien dichas, ya iré por allí, a ver si tiene narices a colarmela.