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El gazpacho es uno de los platos más típicos del verano. Sus orígenes se remontan a la época del Imperio Romano, cuando se cocinaba una especie de sopa, típica de las clases pobres, que consistía en pan duro, ajo, agua, aceite y vinagre. Les resultaba más nutritivo que el agua y, además, refrescante, a pleno sol. Su etimología ya desvela parte de su esencia: la primera parte de la palabra proviene del latín «caspa», residuo y «atxo» significa «sopa» en mozárabe. En la actualidad, el gazpacho se ha vuelto un símbolo de la dieta mediterránea y un socorrido plato cuando el calor aprieta. Sin embargo, para conseguir un resultado exquisito, hay que tener en cuenta ciertos errores comunes.

1. Elegir bien los ingredientes

Lo primordial, si se quiere conseguir un buen gazpacho, es ajustarse a los ingredientes de la receta tradicional, que consiste en: tomate, pan, ajo, pepino, pimiento verde, cebolla (o cebolleta, si se quiere hacer menos intenso), aceite de oliva virgen extra, vinagre, agua y sal. Es importante que el tomate sea de tipo rama o pera y que estén maduros.

2. Cantidades, en su justa medida

Otro de los errores frecuentes es pasarnos con la cantidad de tomates, o quedarnos cortos del resto de alimentos. De tal forma, el gazpacho acaba sabiendo a una especie de salsa de tomate condimentada. Hay que buscar un equilibrio de ingredientes, para que se note el matiz de cada uno de ellos. Esta es la cantidad recomendada:

  • Tomate: un kilo
  • Pan: 50g
  • Ajo: 2 dientes
  • Pepino: 1
  • Pimiento verde: 1
  • Cebolla:
  • Aceite de oliva: 50ml
  • Vinagre: 30ml
  • Agua: 250ml
  • Sal: 5g

3. Una textura demasiado densa

La idea del gazpacho es bebérselo, no tomarlo a cucharadas. Cuidado con la relación entre los ingredientes líquidos (agua y vinagre) y el pan. Si te pasas con el pan, échale más agua y aceite de oliva de forma gradual mientras lo bates (teniendo en cuenta las proporciones anteriormente indicadas), hasta conseguir la liquidez deseada. Para evitar grumos, puedes colarlo y apretar el colador con un mortero.

4. Pan no muy duro

Hay quienes optan por directamente eliminar el pan para reducir las calorías del plato o para conseguir una textura más líquida. Caso error. En este caso, el pan es uno de los elementos clave, ya que actúa de espesante y hace más rico el gazpacho. Además, si llevas un estilo de vida saludable, esta cantidad de pan no debe de preocuparte en absoluto. Eso sí, tampoco vale cualquier pan. Es frecuente usar los restos de días anteriores, pero tampoco debe de ser demasiado duro, ya que no se acabará de diluir con el resto de ingredientes. Lo mejor: uno con la miga tierna. Para reblandecerla, puedes sumergirla en agua mientras cortas las verduras.

5. Triturarlo todo a la vez

Aunque tenga fama de un plato fácil y rápido, para conseguir un buen resultado hay que seguir una serie de pasos. Si lo trituramos todo a la vez probablemente se producirán grumos que estropearán el resultado. Para evitarlo, tritura primero la verdura con el aceite de oliva, añade posteriormente la miga de pan y el vinagre y bátelo de nuevo. Añade la sal una vez triturado, poco a poco y probando de vez en cuando. Recuerda: mucho mejor prevenir que curar.

6. Sin miedo a los sabores fuertes

Los temerosos de los sabores intensos suelen optar por eliminar ciertos ingredientes, como el ajo, la cebolla o el vinagre. Sin embargo, son alimentos importantes, que aportan sabor al gazpacho. No incluirlos supondría un detrimento de la receta. Lo que puedes hacer, si te resulta demasiado intenso, es rebajar su sabor. En el caso del ajo, puedes hacerlo cortando los dientes en unos tres trozos y sumergiéndolos en un vaso dos dedos de agua durante unos 10 minutos. La cebolla puedes cambiarla por cebolleta o pelar el pimiento.

7. Caliente o con hielo

De lo mejor del gazpacho es su sabor refrescante en verano. Para ello, es necesario guardarlo en la nevera hasta que se enfríe y no tomarlo del tiempo, nada más prepararlo. Hay quienes lo intentan refrescar añadiendo hielos, pero esto lo único que hace es aguarlo y arruina toda la receta. Ya que has invertido tiempo en cocinarlo, déjalo enfriar un par de horas en el frigorífico para poder disfrutar de todo su sabor.