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Las fritadas, fritangas, fritillas y frituras constituyen un importante capítulo gastronómico del recetario tradicional y el trigo lo más lejano en el tiempo de la alimentación humana. Así lo veía el citado escritor británico, de origen indio (Bombay, 1865-Londres, 1936) en su narración Clases de hombres, un texto perteneciente al libro Límites y Horizontes y donde sorprendentemente, uno de sus personajes de ficción, Quabil, es nativo de las Baleares.

La acción se desarrolla en el Mediterráneo durante el Imperio Romano y trata de una nave comercial, cargada de trigo hasta los topes que se dirige al sur de la Galia. A la hora de las libaciones para obtener la protección de los dioses, llenando un vaso de vino y derramándolo en las aguas después de haberlo probado, algunos marineros le ven un sabor excelente y preguntan de dónde procede. Se les contesta que de Mallorca. En otro punto, el tal Quabil reconoce, mientras la tripulación come nueces, que «los endiablados honderos baleares pueden encaminar a un toro dándole con los guijarros en los cuernos». La embarcación lleva también higos pasos, tasajo, salazón de pescado, tocino, garrafas de aceite… «Su gavia pintada de bermellón, tajando el ardiente azul horizonte, la anunciaba como una nave triguera hispánica, horas antes de que llegara al puerto de Marsella. Allí estaba, con su vela mayor cargada, siguiendo su camino a través de los brazos del puerto hacia su fondeadero del muelle, tan tranquilamente como una mujer cubierta con un velo se desliza a través de un bazar…»

Pero vayamos ahora a la evocación del episodio, explicando para ello la receta más oportuna, la fritura de trigo, al estilo de Rosalía Vander: Disponemos de una taza de trigo, media de nueces, una cebolla, un diente de ajo, dos huevos, sal, pimienta y dos cucharadas de aceite. Ponemos el trigo en agua fría durante unas doce horas, para luego de escurrirlo, machacarlo con el mortero, haciendo lo mismo con las nueces que mezclamos con el trigo, añadiendo la cebolla picada y los huevos, que salpimentamos en su conjunto. Sobre una tabla espolvoreada con harina hacemos una especie de pan alargado que pasamos a una placa metálica para horno. Regamos el preparado con aceite caliente y lo metemos en el horno a temperatura fuerte. Se estará tostando por espacio de media hora. Luego podrá servirse.