Escribió y publicó las aventuras de los gigantes Gargantúa y Pantacruel, consideradas una de las obras más geniales de la literatura de todos los tiempos. Tradujo los aforismos de Hipócrates en 1532 y un almanaque dedicado al año siguiente y en 1534 la que llamó ‘pronosticación pantagruélica'. Por lo que sabía de su dedicación a la Medicina, recomendó, entre otras hierbas curativas, utilizar las gruesas nervaturas de las hojas de hinojo como saludable verdura y el sabor de sus semillas para sazonar carnes, pescados, quesos y pan. A ello añadía que el hinojo tenía las virtudes de ser diurético, estimulante, tónico, calmante y eficaz contra los parásitos. (En Mallorca se usa para salar las aceitunas). Oriunda de la cuenca mediterránea, es planta robusta que puede llegar a los dos metros de altura, utilizable toda ella. También se ha dicho que es ingrediente en muchos platos de la cocina afrodisíaca y hoy en día se fabrica alcohol utilizando sus esencias.
Recordando a Rabelais, podríamos preparar, del siguiente modo, el bacalao al hinojo: Limpiamos dos filetes de bacalao fresco (uno por comensal) y a continuación, cien gramos de gírgolas, o en su caso, robellones, Pelamos y troceamos una cebolla. Derretimos sesenta gramos de mantequilla en una sartén y freímos el bacalao. Lo retiramos luego y en la misma sartén hacemos la fritura de la cebolla y de las setas. Seguidamente salpimentamos y añadimos un decilitro de nata y dos cucharadas de hinojo fresco picado. Lo removemos bien y lo ponemos a cocer a fuego moderado, sacándolo del fogón antes de que hierva. Colocamos el pescado en una bandeja y vertemos esa salsa muy caliente sobre el mismo.
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