Las ensaladas son uno de los platos cuya incidencia en nuestras mesas se hace especialmente notable cuando llegan los calurosos días del verano. Son herederas de los acetaria o acetorum latinos, de los cuales eran especialmente devotos los romanos. Deben su nombre a que su condimento esencial era el vinagre (acetum) que aliñaba combinaciones de vegetales diversos. En la cocina medieval eran platos que incluían hortalizas y vegetales crudos, aderezados con vinagre, aceite y sal. Esta última tomará el relevo del vinagre en la primacía de los tres condimentos mencionados y estas preparaciones pasarán a conocerse como ensaladas en castellano, insalatas en italiano, salades en francés o salads en inglés. Ese cambio en la nueva forma de condimentación responde al objetivo de proporcionarles «un sabor y vehiculización agradables», según establece John Evelyn al ocuparse exclusivamente de tales platos en su obra titulada Acetaria. A discourse of sallets (Londres, 1699).
Ensaladas de verano
La cocina isleña no es muy dada a las ensaladas, si exceptuamos las adiciones ocasionales y variantes del trempó tradicional.
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