‘Sopes mallorquines’, plato estrella de la gastronomía local. | R.D.

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Hacia finales de 1992 empecé a escribir en Ultima Hora una crítica de restaurantes y una página de cocina. Fue una de los muchísimos propósitos geniales de Pere Serra que ayudaron a convertir el periódico en el número uno de Balears. Aquello fue un giro total en la parte culinaria de mi estilo de vida. Hasta entonces, y desde la edad de 13 años, había disfrutado de cocinar a través de interpretar recetas: con aquel cambio, canjeé el cuchillo y la tabla de picar, por una hoja de papel y una máquina de escribir.

Ahora hago otro vuelco absoluto: regreso a mis raíces, dejando al periodismo y volviendo a saborear la gastronomía a través de la cocina y mis libros de recetas. El artículo de hoy es el último que escribiré para Ultima Hora o cualquier otro periódico. La decisión de retirarme se producía de repente, irónicamente un día después de haber hecho una lista de ideas para artículos que me llevaría hasta mediados del año que viene. Había pensado que moriría delante del ordenador escribiendo un artículo para Ultima Hora, pero ahora será en otro lugar, quizás ante una greixonera cocinando un rostit humit o unas sopes de verduras, pero con más pan que col y coliflor, porque así fueron mis primeras sopes.

Mi plato inicial como cocinero fue un minestrone. No es una coincidencia que fuera una sopa italiana ya que nací en una familia escocesa-italiana y conocí los platos de mi padre desde la infancia. Con aquel plato empecé mi viaje culinario como un intérprete de recetas y nunca he querido ser un cocinero creativo.

Aunque he tenido un interés intenso en la cocina durante más de 70 años, sólo he rascado la superficie de lo que es la gastronomía mundial: hay tanto que todavía no sé, tanto que me queda para aprender. Nunca tuve nociones de panadero y lo primero que voy hacer en los inicios de mi jubilación será explorar e indagar en esa maravilla que es el pan. Ya que no encuentro un pan con la textura y la densidad de un pa pagès, mi primer desafío va a ser hornear esta especialidad mallorquina. Tengo mucho mundo para recorrer y sin moverme de la cocina.

Pero aunque voy a meterme en otro largo camino culinario, no es el momento de decir adiós ya que este término suena con demasiada finalidad. Una puerta está cerrándose, pero otras se irán abriendo. Por lo tanto no diré adiós, sino simplemente hasta la próxima.