Ensalada de burrata con tomate y almendras laminadas.

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El otro día estuve almorzando en Karibu en Torrenova y uno de los entrantes fue ensalada de burrata con tomate, hojas de albahaca, pesto verde y ¡almendras laminadas! Este sorprendente ingrediente añadió un agradable crujido a una ensalada que de otro modo sería cremosa y me hizo pensar en otras recetas en las que se usaban las almendras en Mallorca.

Las almendras mallorquinas destacan por su sabor distintivo y su versatilidad en la cocina, convirtiéndose en un elemento fundamental de la tradición culinaria local y una parte esencial de la economía agrícola de la Isla. El clima mediterráneo de Mallorca proporciona las condiciones ideales para el cultivo de almendras de alta calidad. Las almendras mallorquinas se caracterizan por su tamaño, sabor y textura únicos. Su piel crujiente y su interior tierno y sabroso las hacen ideales tanto para el consumo directo como para su uso en una variedad de platos y productos alimenticios.
Recuerdo una conversación con los dueños de Heladería Corazón, una heladería italiana en Illetes, sobre la diferencia entre las almendras italianas y mallorquinas. Aparentemente, las mallorquinas son dulces y suaves, ideales para repostería; las sicilianas son más intensas y amargas, destacando en aceites y aperitivos.

Desde tiempos antiguos, las almendras han sido un elemento esencial en la cocina mallorquina. Se utilizan en una variedad de platos, desde postres tradicionales como el gató hasta platos salados como el tumbet. Además de su uso en la cocina local, las almendras mallorquinas también se transforman en productos como aceite de almendras, turrones y licores, que se han convertido en auténticos símbolos de la Isla. La marca Ametlla+ de Mallorca, por ejemplo, reboza las almendras con curry, pimentón, tomates secos y romero y muchas cosas más, convirtiéndolas en ‘snacks’ interesantes e innovadores.

La producción de almendras también juega un papel importante en la sostenibilidad y la preservación del paisaje rural de Mallorca. Los almendros forman parte integral del paisaje mallorquín, contribuyendo a la biodiversidad y previniendo la erosión del suelo. A muchos de nosotros nos encanta caminar entre almendros en invierno, admirando sus hermosas y delicadas flores. En resumen, las almendras mallorquinas son mucho más que un simple fruto seco, son un emblema de la cultura, la gastronomía y la tradición agrícola de Mallorca. Su sabor único y su importancia histórica las convierten en un verdadero tesoro culinario.