Y hete aquí que la pareja se asienta en tierras pollencinas con un local gastronómico que parece la prolongación del salón de su casa. Buenos muebles clásicos, sillas variadas, mesitas bajas para tomar el té, esculturas, cuadros de buena hechura, un ajedrez, bolsos de señora, libros…, todo ello imprime una sensación de estar almorzando o cenando en una casa elegante y con un toque bohemio. Pero, realmente, Loquería, que es como se llama el lugar, es una buena casa de comidas donde se sirve una notable cocina italiana y lombarda en la que manejan bien la pasta y preparan algunos platos verdaderamente atractivos. Y ¿por qué Loquería?, preguntamos a una de las también veteranas personas que sirven las mesas. «Porque están todos locos ahí dentro», nos contesta con un evidente toque de humor.
No nos pareció que hubiera tal locura el día en que fuimos a cenar, en el que ocupamos una de la media docena de mesas de su terraza exterior. Mesas pequeñas, sencillas, donde destacan unos impolutos manteles de tela y unas infrecuentes servilletas bordadas, también de tela. Como si hubieran salido directamente de alguno de los armarios del comedor de la casa. Al igual que los vasos de agua, todos diferentes y elegantes, que recordaban a los que pueden encontrarse en las tiendas de Murano. O la hielera que nos pusieron, de una particular e inusual originalidad.
Su carta está estructurada a base de platos para compartir, que ellos denominan tapas, y unos principales, en los que sobresale la pasta bien acompañada, y algunos de pescado y carne. Resultaron excelentes las anchoas al horno con tomate y patatas, ración algo escasa, pero sabrosa (16€). Y en su punto el vitello tonnato, con la carne adecuadamente tierna (16€).
La pasta, muy bien tratada. Tanto la jugosa pizzetta con tomate fresco y mozzarella (10€) como, sobre todo, los maltagliati (cortados de manera irregular), muy al dente, con un sabrosísimo ragú que le daba un toque particular (12€). La tagliata de ternera gallega que nos sirvieron (18€), que aparentemente estaba bastante roja por dentro, resultó algo seca y tersa, y no fue lo más logrado de nuestra cena. Tal vez hubiéramos hecho una mejor elección de haber apostado por el atún rojo a la siciliana que había tomado anteriormente uno de los comensales, o por el original salmón salvaje marinado al gin tónic que ofrecían ese día en carta.
Amplia propuesta de vinos italianos seleccionadas por Gualtiero; y notable abanico de vinos mallorquines, la mayoría naturales. Están muy bien especificados los diferentes tipos –naturales, de corta y larga maceración–, para el correcto conocimiento por parte del cliente. Por los calores estivales, optamos por un rosado Ruché, de la zona de Neive, en el Piamonte, aromático, con toque dulce y bello color rosa intenso, que maridaba bien con nuestros platos; menos interesante resultó el Cerasuolo de Abruzzo, excesivamente ligero, prescindible. Ambos a un precio bastante parejo al de los rosados mallorquines.
El postre, un tiramisú, muy correcto, de textura elegante y suave. Como buenos detalles, nos obsequiaron para comenzar con un delicioso gazpacho de remolacha, y para terminar con una estupenda grappa envejecida.
Curioso e interesante restaurante, diferente, muy agradable y acogedor, que hace sentir al cliente como si estuviera en el salón de casa. Buena aventura la de estos maduros milaneses, en una localidad muy turística, pero ubicados fuera del circuito. El pasado año fue ganador del premio Travellers' Choice.
Loquería
Llebeig 2, Port de Pollença
Tel. 669 907 802
No deje de probar...
• Salmón salvaje marinado al gin tónic
• Bacalao marinado con mostaza a la miel
• Tartar de atún rojo
• Pulpo con berenjenas
• Burrata con tomate y pesto.
• Tartar de remolacha con uva
• Corazón de buey y queso caprino italiano
• Pizzeta con tomate fresco y mozzarella
• Vitello tonnato
• Maltagliati con ragú
• Espagueti con gambas de Mallorca/con bogavante
• Ravioli caseros
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