Joan Lluís Vives, el estudiante pisón y acelgas con pasas

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Nos levantamos al amanecer y es nuestro desayuno una tajada de pan negro, un poco de manteca y alguna fruta. La comida se compone de acelgas u otra verdura cocida, una escudilla de sopa y algo de carne. Unas veces nabos, otras, repollo o arroz. Los días de vigilia: un tazón de leche con trozos de pan, pescado fresco, si lo hay barato en el mercado. De lo contrario, en salazón y como base garbanzos, almortas, lentejas, habas u otras legumbres. También, huevos fritos, pasados por agua o en tortilla hecha en la sartén con unas gotas de vinagre o agraz. Y como bebida agua fresca, cerveza rebajada, y raras veces, vino aguado. De merienda, un trozo de pan, almendras, avellanas, higos secos o pasas. En verano, peras, manzanas, cerezas o ciruelas. Cuando vamos al campo de excursión, leche cuajada, queso fresco, chufas, altramuces aliñados… El plato fuerte de la cena es el gazpacho bien picado, salpicado de sal, regado con aceite de oliva y vinagre… A veces, olla de carne de cordero con su jugo a la que añadimos uvas pasas o rábanos picantes. Solamente en ocasiones, longaniza».

Estos textos pertenecen al capítulo 7 de la obra Diálogos sobre la Educación. La comida en la escuela cuyo autor es Joan Lluís Vives (1492-1540) filósofo humanista, valenciano y descendiente de judíos, cuya familia tuvo que abandonar España trasladándose a los Países Bajos. Fue profesor en Oxford y Lovaina. Pero en lo concerniente a la despensa, tan completa y variada, difícil es escoger un plato, aunque al leer en los comienzos de lo citado esa verdura cocida, me inclinaría por las tradicionales acelgas con pasas.

Veamos: «Disponemos de dos manojos de acelgas de las que troceamos los tallos y las hojas en tamaño reducido, las lavamos con agua fría y las ponemos en agua y sal dentro de un puchero y al fogón, a buen fuego. Habiéndoles dado un hervor, las cambiamos de agua y en otro recipiente, las dejamos cocer media hora. Luego las sacamos del puchero, las escurrimos y las trasladamos a una sartén con aceite de oliva, donde previamente habremos dorado tres dientes de ajo y añadido cien gramos de pasas de Málaga. Todo bien rehogado, lo serviremos caliente».