Melindros con chocolate.

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Aunque las temperaturas siguen notablemente altas, a partir de la puesta de sol bajan a un nivel suficiente como para que empiece a apetecer disfrutar de una taza de chocolate con algún acompañamiento. Ahora hemos restringido esa costumbre por las consecuencias y razones dietéticas que nos impone una determinada manera de alimentarnos, pero no hace muchos años la llegada de estas fechas inauguraba su temporada de consumo. Por lo general en Mallorca el quemuiar reglamentario más popular se debatía entre la ensaimada o el bizcocho llamado cuarto. En cambio, en la Península, las variedades de churros o masas fritas eran los que arrasaban con el panorama del acompañamiento chocolatero.

Además de los mencionados, existían asimismo otras frutas de sartén que les disputaban el protagonismo. Entre ellos cabe destacar los conocidos como ‘melindres’ en castellano y melindros en catalán, cuyos primeros pasos se documentan desde fines del siglo XVI. Aparecen definidos en el Tesoro de la lengua castellana o española (1611) de Sebastián de Covarrubias como «un género de frutilla de sartén hecha con miel: comida delicada, y tenida por golosina». A últimos de esa misma centuria Joan Lacavalleria en su Gazophilacium Catalano Latinum (1696) lo describe como fet amb farina, ous i sucre. Con el tiempo se identificó con éste mismo nombre a los llamados también bizcochos ‘de soletilla’, biscuits de Savoie o biscuits a la cuillère.

A comienzos del siglo XVIII eran imprescindibles en los salones isleños ilustrados donde se tomara chocolate, y se tomaba prácticamente en todos, del cual eran el complemento inevitable. En el primer tercio de esa centuria no hubo boda, celebración o festejo con pretensiones que no sirviera un chocolate con melindros. También se presentaban como pareja de alguna de las aigos gelades que aliviaban a los asistentes a acontecimientos similares en los días más calurosos del verano. Uno de los centros productores de esas pastas era el convento palmesano de Sant Jeroni, cuyas religiosas elaboraban una selecta y variada panoplia de dulces.

No cabe duda que hasta esa centuria los melindros fueron inicialmente, y aún son, una pasta dulce. Sin embargo una de nuestras plaguetes de cuina del ochocientos recoge una receta que titula Melindros de Stellencs, la cual no tiene nada que ver con las formulaciones comentadas hasta ahora. Se trata de lo que ahora llamaríamos un montadito de pimientos asados y luego fritos con tomate, costilla de cerdo o tocino y algo de aceite. En la grasa que deja dicha fritura, se fríen rebanadas de pan en el momento de servir el plato, sobre las que se colocan pimientos y costilleja.

Como podemos apreciar, darle ese título a éste plato es un caso más de esos desconcertantes nombres con que aparecen bautizadas ciertas recetas locales. De esas estrambóticas e impropias designaciones no acierto a entender si son fruto del desconocimiento de las recetas genuinas, un simple juego de imaginación o mala intención del atolondrado guisandero de turno.