En el siglo XIV, la palabra ‘taronja’ se utilizaba para designar la naranja amarga y en el XVII para nombrar a la naranja dulce.

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Las naranjas suelen incluirse entre las frutas de otoño e invierno. Tal vez porque en ambas estaciones la fruta local disminuye, pero en primavera y verano tanto la fruta como su zumo resultan notablemente más gratos. Sin embargo, durante esas dos estaciones entran en competencia con frutos más acuosos, como la sandía y el melón, que compiten por el aprecio de su jugosidad.
Pertenecen al género de los cítricos y su llegada a nuestra isla forma parte de la expansión de esos frutos procedentes de una zona asiática situada entre el nordeste de la India, China y Birmania. Desde allí la naranja amarga (Citrus aurantium) se expandió hacia el Japón y la cuenca del Mediterráneo, a donde llegaría traída por los árabes. La expansión y aceptación de esos frutos, se produjo de forma muy escalonada y con un ritmo de llegada e incorporación independiente para cada uno de ellos.

La cidra fue el primer cítrico conocido en el mundo clásico, recibiendo el nombre de citrus. A medida que alcanzaban la cuenca mediterránea todas las demás plantas y frutas de dicho género recibían es misma o similar denominación. La decisión de integrarlas bajo un nombre común se adoptó en apariencia debido a que su similitud en los caracteres botánicos las relacionaba estrechamente. En cambio persas y árabes, llamaron otruj, atronj o tronj a la cidra, nombre con el cual siguieron designando a otros cítricos, a medida que iban conociéndolos. Aunque éste no siempre era un criterio compartido por todo el mundo musulmán. En la literatura árabe medieval el nombre de otruj, sin ningún adjetivo adicional, se refiere a veces solo a la cidra y otras a todo el género de estas frutas como tales.

En cambio la palabra taronja, que es de la misma raíz, se utilizaría en el siglo XIV para designar la naranja amarga y en el XVII para nombrar a la naranja dulce, manteniéndose aún éste mismo significado en el catalán actual. En cambio en la hoy libia Trípoli, es la naranja agria la que se llama trunj. En el caso de las naranjas el étimo inicial parece derivar de sus peculiares e intensos aromas. Los nombres sánscritos que comienzan con ndr- generalmente designan «fragancia». De ahí procedería el origen del término persa naranj, transmitido con el fruto por los árabes al Mediterráneo.

Su vocablo daría lugar al nerantsión bizantino, la naranja española, la naranzia, narancia y arancio italianos, el arangio, arantium y aurantium neo-latinos, los franceses arange, airange u orange y la laranja portuguesa. Su llegada a Mallorca resulta incierta, pues aunque los andalusíes las conocían sobradamente, la presencia de esos frutales no consta apenas entre el arbolado hortícola de la Mallorca musulmana. A los recién llegados cristianos no les resultaban extrañas. Las conocían, como mínimo, desde antes del siglo XIII, pero solo sabemos de raros cítricos en la isla a partir de finales de dicha centuria, localizados en Puigpunyent (1294), Mancor (1348) y Sóller (1349).