«A las cinco de la tarde, ordenó Oliver Cromwell, el Lord Protector de Inglaterra que se le presentara Pearson enseguida, y éste llegó a su presencia con miedo e inquietud, pues ignoraba cómo sería recibido. Después de permanecer más de un cuarto de hora en la habitación en que reposaba Cromwell, entró en la habitación de Victor Lee, donde le esperaba el veterano Zorozabel Robins. Aquel preguntó por el general y Pearson respondió que le había entregado unos papeles y el hombre estaba de buenas. Entonces dijo Zorozabel que podría presentarse ante él sin temor y que le diesen una servilleta a fin de que tuviera el aspecto de un camarero y le serviría la comida que le habían preparado. Dos soldados trajeron el rancho, que consistía en una ración de carne de pollo semejante a la que se daba a la tropa y condimentada del mismo modo: un jarro de estaño con cerveza; sal, pimienta, pan de munición y un plato de madera…»
Walter Scott, Oliver Cromwell y un pollo a lo waterzoi
Además de dominar la novela histórica, el escritor británico realizaba incursiones en el género costumbrista
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