Dos tarrinas de helado elaborado con leche Agama. | Pere Bota

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Sinónimo de verano, este delicioso dulce elaborado con lácteos y azúcar cuenta con una larga historia. Marco Polo ya relataba en sus libros que en China se añadía extractos de fruta y leche al hielo, 2000 años a.C. Siglos más tarde, en Mallorca, la tradición de heladera llegó de la mano de Joan de S’Aigo, un ingenioso empresario. Durante el invierno, se dedicaba a recoger hielo y almacenarlos en las casas de nieve para poder venderlo en verano. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de aprovechar el excedente de este y mezclarlo con jugo de frutas, creando el antecedente de los helados actuales. Más tarde, a esto se sumó la situación idónea de la Isla, que cuenta con todas las materias primas necesarias para su fabricación: leche fresca de vacas de pasto, cítricos de Sóller y almendras del Pla de Mallorca. Todo ello, ha contribuido a que la tradición heladera se conserve en el ADN de fábricas como Fet a Sóller, Murmui e Iceberg.

‘Sa fàbrica de gelats’ es la empresa del grupo Fet a Sóller dedicada a la artesanía heladera. Como cuenta Martí Guardiola, responsable de producto y marketing, «la marca nace en 1994 como una pequeña tienda de helados en Sóller». «En Mallorca, contamos con los recursos idóneos para la elaboración de la receta clásica: leche fresca y nata», añade Guardiola. La combinación de estos dos ingredientes hace que el resultado del producto sea mucho más cremoso y rico en proteínas. Calidad y tradición se combinan en esta fábrica mallorquina creando dos tipos de dulces: helado en crema, con una base láctea; y helado en sorbete, la opción vegana.

La barra de la heladería en Sòller.

En sus tiendas en el valle de Sóller y en el Puerto de Sóller, así como en su página web y los supermercados distribuidores, comercializan sabores autóctonos de la Tramuntana como son la naranja, el limón con hierbabuena, el higo y la almendra. Además, para su elaboración utilizan hasta un 30% de zumo de fruta fresca sin colorantes ni espesantes. Para celebrar su 30 aniversario, han querido innovar manteniéndose fieles a sus raíces, como resultado han creado dos sabores con dulces icónicos: la ensaimada y la coca de patata.

Hace cinco años, nació la marca Murmui. Al mando de su fábrica están Mónica Páramo y Santiago Coll, unos mallorquines que decidieron lanzarse al mundo de los helados enfocados en la elaboración de productos para terceros. Sin embargo, en el momento de la pandemia tuvieron que cambiar la manera en la que llegaban al consumidor. A través de grandes superficies, pusieron a la venta su fórmula en tamaño de 550 ml en un tarro de cristal reciclado. «A pesar de ser una opción más cara y complicada, era una apuesta de futuro», explica Páramo. De este modo, han conseguido que luzca su producto, igual que se hace en las vitrinas de las heladerías tradicionales.

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Santiago Coll y Mónica Páramo en la fábrica de Murmui.

Esta empresa familiar emplea la receta artesanal de helado italiano combinado con materias primas mallorquinas, como la leche fresca Agama. «Además, nos gusta buscar sabores de la Isla», cuenta su fundadora. Esto, se refleja en el helado con almendra del Camp Mallorquí o en su colaboración con Laccao. «Este año, hemos colaborado con chocolates Lacasa para crear un helado de Conguitos», cuenta. Desde la marca, cuentan que les gusta unir fuerzas con los mejores de cada sector para elaborar helados de calidad atemporales, como su línea Capritxos de Mallorca.

Carlos Enriquez junto a la primera heladería en el Casco Antiguo.

«Se trata de un producto cada vez más desestacionalizado», señala Carlos Enriquez, el primer heladero del Casco Antiguo de Palma. Hace 20 años, el artesano emprendió en este sector sin experiencia alguna y fundó Iceberg. Actualmente, cuenta con uno de los obradores más grandes de la Isla y ha conseguido distintivos premios en su tienda de la capital. Enriquez desarrolla sabores propios con matices mallorquines como el de queso de cabra con higo o limón con hierbabuena, los cuales exporta a países del Norte de Europa. «La cultura del helado crece cada año más, y el helado de Mallorca puede convertirse en un referente en el extranjero», concluye.