Membrillo, una de las frutas de la temporada del otoño.

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Este domingo dará comienzo la temporada oficial del membrillo o codony, fruto que tradicionalmente marca el principio del otoño. Su inicio señala también la llegada del conocido «veranillo de San Miguel» o estiuet dels codonys, que acostumbra a conllevar un moderado aumento de las temperaturas que contribuyen a la maduración de sus primeros frutos. Procedente del centro y sud-oeste de Asia, es originariamente un arbusto que al ser cultivado se transforma en un respetable árbol de hasta seis metros de altura. Sus ramas retorcidas, mientras son jóvenes y tiernas poseen tal flexibilidad y tenacidad que fueron preferidas a las del vímet para la fabricación de cestas de fibra.

El codony es uno de los frutos arraigados en tierras europeas desde los tiempos de la Grecia clásica. De hecho su nombre procede del que los antiguos griegos dieron a los que consideraban mejores, los cuales eran los que se comerciaban a través del puerto cretense de Kydon, actualmente Khanià. Por ésta razón fueron denominados kydonion melon, es decir «frutos de Kydon». De ese nombre derivaría el de malum cydonium que recibieron entre los romanos y su cultura latina, con el cual se les conoció durante siglos. Así lo demuestra su mención en el libro XVII de las Etymologiae de san Isidoro, obispo de Sevilla en el siglo V, verdadera enciclopedia del saber tardolatino.

La corrupción de esta denominación transformó el cydonium en cotoneum, a la cual contribuyeron los árabes que los llamaron qûtn, al equiparar su algodonosa textura externa con el algodón, en hispanoárabe qutún. Un camino algo parecido siguió el malum cotoneum que acabó siendo llamado melocotón, por lo aterciopelado de su piel.

El botánico médico Dioscòrides, autor del mejor y más amplio tratado de vegetales en la antigüedad, menciona en el siglo primero de nuestra Era que una de las formas mejores para conservarlos era cocerlos con miel. La receta del procedimiento para hacerlo podemos verla en el texto de Apicio. De ahí partieron nuestros codonyats, los codoñates castellanos, cotignacs franceses, codognata italianos, membrillos y marmelos portugueses y su transformación que derivó en mermeladas.

A Mallorca pudieron llegar desde cualquiera de las culturas mencionadas, o por cada una de ellas, ya que todas tuvieron su período de instalación en la isla. Nuestro recetario tradicional usaba a menudo los codonys en asados, preferentemente de cerdo y en los guisos de carne de cordero o de caza llamados Pixoteres, en los cuales alternaban con las azerolas, otra fruta de esta misma temporada.

En este tipo de platos, si era posible disponer de una variante del codony conocida aún en la Isla como cidònia, aunque en riesgo de extinción, no se dudaba en sustituirlos por ésta, a pesar de que su textura la hacía incomestible. Sin embargo, el excelente aroma y suave textura gelatinosa que proporcionaban al plato, hacían omitir la estricta norma del aprovechamiento completo de cuanto era posible. En este caso, la excepción era la regla.