Medio escondida en un rincón del Paseo Marítimo de Palma se alza una destacable escultura de bronce. Curiosamente, este punto resulta una parada obligada para todos aquellos ciudadanos rumanos que por una causa u otra pasan por Ciutat. Junto a la dársena de Can Barbarà el caminante se topa casi de bruces con un vistoso homenaje al destacado científico y pionero Emil Racovita. Quién fue este conocido estudioso con categoría de héroe nacional, qué le trajo a Mallorca y cómo le cambió la vida su viaje a la Isla.
Decía George Sand de forma no literal que Mallorca es un paraíso si puedes resistir sus rigores y envites. La novelista francesa que acompañó al pianista Frédéric Chopin en su retiro temporal en la Cartoixa de Valldemossa estuvo entre nuestros antepasados durante el invierno de 1839. Décadas después, en el verano de 1904, otro extranjero ilustre llegó a nuestras costas. Esta vez traía consigo un proyecto científico destacable entre ceja y ceja. A la postre sus descubrimientos en Mallorca tendrían una clara y profunda repercusión en la historia de la ciencia. Así se alumbró ni más ni menos que una nueva disciplina científica como es la bioespeleología.
Algunas notas previas sobre Emil Racovita son necesarias para comprender la dimensión del personaje desgranado en este espacio. Su condición de pionero le viene por considerarle uno de los primeros hombres de ciencia en estudiar la vida a escala microscópica en el Ártico. Como otros personajes de su tiempo, sus saberes se compenetraban y entrelazaban con otros pertenecientes a múltiples disciplinas. Culminó así sus estudios en Francia, donde se hizo un nombre destacado como biólogo, zoólogo y oceanógrafo, entre otros campos.
En julio de 1904, ya con un cierto bagaje científico a su espalda, Emil Racovita llegó a Baleares y directamente se instaló en Mallorca, más concretamente en las Cuevas del Drach de Porto Cristo (Manacor). En las profundidades mallorquinas pasó tres días intensos de trabajo. Allí estudió los organismos adaptados a la vida de las cavernas y descubrió el Thyphlocirolana moraguesi, un invertebrado obviamente derivado de organismos marinos conocidos fuera del mundo subterráneo. Fue tan determinante el tiempo pasado en el complejo mallorquín de cuevas que hizo que, a la postre, Racovita se consagrara en cuerpo y alma al estudio de los organismos vivos que habitan unos hábitats proscritos y desconocidos para la mayoría de las personas.
La importancia del paso de Emil Racovita por Mallorca se condensa pues en ese descubrimiento. Antes de él se creía que las cuevas y el subsuelo en general eran espacios inertes, carentes de vida. En esas condiciones resultaba poco probable que la vida prosperara, según los expertos hasta la fecha. Al contrario, el científico rumano mostró que las cavernas son habitadas por una fauna rica y variada, y sus hallazgos repercutieron en descubrimientos muy posteriores, como la tectónica de placas, en el último tercio del siglo XX.
Tras pasar por Mallorca y muchas grutas más tanto en Europa como en África, Emil Racovita comenzó a publicar en 1907 la revista especializada Biospeologica, donde plasmó todo lo observado en sus viajes subterráneos así como el ensayo considerado como la partida de nacimiento de la citada bioespeleología.
Volviendo a su experiencia en las Cuevas del Drach, «la atracción más famosa de Mallorca» según el diario argentino Clarín, Racovita tomó muestras de algunos organismos que posteriormente describió. Cuentan que bautizó al minúsculo crustáceo que identificó en honor al naturalista Ferran Moragues, dueño por aquel entonces de las cuevas y precursor de la visita del insigne científico, quien ya trabajaba en ese momento para distintas sociedades científicas europeas de renombre.
El insigne Typhlocirolana moraguesi, el habitante que reveló para la ciencia la existencia de vida en las cuevas, y la historia de Emil Racovita han llegado hasta nuestros días en parte gracias a los mecenas que costearon la escultura del Paseo Marítimo, y de esta forma difundieron su legado; la Fundación Europea Dragan, que antaño ocupó un gran solar en la zona, propiedad del multimillonario José Constantino Dragan. Este empresario del gas, con sus conocidas 'bombonas amarillas', trabajó en Mallorca por el impulso de los valores europeístas y de la Transición en nuestro país. Su contribución no caerá en saco roto.
El apunte
Homenaje en la UIB
El próximo 15 de noviembre 2023 se realizarán en Palma actos conmemorativos del nacimiento de este importante científico rumano, lo que incluye una agenda académica de actividades en la Universitat de les Illes Balears (UIB), que contarán con la colaboración del Consulado Honorario de Rumanía en las Islas Baleares.
En la jornada participarán representantes de universidades de Rumanía y se programarán actividades culturales y científicas para tender puentes académicos entre nuestras Islas y el país balcánico, al tiempo que se brindará un merecido homenaje al fundador de la bioespeleología, Emil Racovita.
Al parecer la estatua, ahora en Palma, estaba destinada a las Cuevas del Drach, su lugar más idóneo. Al parecer hubo algun desacuerdo, al estar implicada la Rumania comunista.
4 comentarios
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Al parecer la estatua, ahora en Palma, estaba destinada a las Cuevas del Drach, su lugar más idóneo. Al parecer hubo algun desacuerdo, al estar implicada la Rumania comunista.
Cuando fui no había ni barcos ni violenes . Nada un timo
Este tipo de cosas son las que se deberian de enseñar en las escuelas de mallorca y no toda la pataleta feminista, ideologia ecologeta etz
Todo lo que sea aportar a la ciencia bienvenido sea.