Cuentan que san Jorge era un militar romano, de origen griego, nacido en Dióspolis (Palestina, actual Lod, Israel), que vivió entre los años 270 y 303 dC. Se convirtió al cristianismo y murió martirizado, por no querer abjurar de su fe, durante las persecuciones de Diocleciano; esto era el año 303, en Nicomedia, Bitinia (actual Turquía). Más tarde, en el siglo VI, el emperador bizantino Justiniano llevó los restos de san Jorge a su ciudad natal y hizo construir un templo que acogió su sepulcro. La figura del santo se extendió por Occidente y se convirtió en modelo de caballero y, desde el siglo XII, aparece ayudando a los cristianos en los hechos de armas más decisivos, como en las Cruzadas, en las que el santo héroe fue esencial para la conquista de Jerusalén. Al regresar a Inglaterra desde Jerusalén, en 1194, con motivo de la Tercera Cruzada, el rey Ricardo Corazón de León contaba que el santo se le había aparecido, promoviendo el culto entre los suyos. En 1246 Santiago de la Voragine divulgó la Leyenda Dorada donde se incluyen los episodios de San Jorge, el dragón y la princesa, que se popularizaron por todas partes, generando numerosas versiones de dicha leyenda.
San Jorge, el primer caballero que entró en la Madina Mayurqa el 31 de diciembre de 1229
Cuenta la Crónica o Llibre dels Feits del rei en Jaume que, según informaron algunos musulmanes prisioneros, el primer soldado que entró en la ciudad fue un caballero blanco que montaba un caballo, también blanco. El propio Jaime I interpreta esta información en el sentido de que fue san Jorge, como también se había producido en otras batallas: «E segons que els sarraïns nos contaren, deien que viren entrar primer a cavall un cavaller blanc ab armes blanques; e açò deu ésser nostra creença que fos sant Jordi, car en estòries trobam que en altres batalles l'han vist de crestians e de sarraïns moltes vegades».
El historiador Joan B. Binimelis también recoge en su Historia de Mallorca, de 1595, esta información: «Fue cosa pública y manifiesta, así por dicho de los moros como de los cristianos, que se vio al entrar en la ciudad que iba delante de todos los de a caballo, un hermoso caballero, armado de blanco, con su caballo blanco, se creía según la historia real, que fue el glorioso san Jorge, patrón de la Caballería de estos reinos de Aragón y Cataluña, con divisa blanca y cruz dorada». Bernardo Espinalt, en el Atlante español, del siglo XVIII, otorga a San Jorge una intervención aún más activa: «el feliz éxito de la función se debió al invicto Martyr San Jorge, que se apareció en un caballo blanco, peleando contra los Moros, que espantados, se venían como ciegos a meterse en los esquadrones de los Christianos, sin saber adonde caminaban».
Los caballeros de Sant Jordi de Alfama en Mallorca
Los caballeros de San Jorge de Alfama son unos auténticos desconocidos, aunque intervinieron en la conquista de Mallorca de 1229-1230 y participaron en el Repartimiento de 1232. Esta orden militar fue creada por el rey Pedro el Católico, padre de Jaime I, en 1201. Se regía por la regla de san Agustín y el motivo de su creación era proteger a los peregrinos y combatir a los sarracenos. El objetivo prioritario en época de su fundación era controlar y defender una gran extensión deshabitada de la actual provincia de Tarragona, denominada el desierto de Alfama (actual municipio de L'Ametlla de Mar). También quedaban obligados a luchar junto al rey. Su enseña era la cruz roja sobre fondo blanco. La orden entró en decadencia en la segunda mitad del siglo XIV y desapareció en 1400, incorporándose por indicación del rey Martín el Humano a la orden de Santa María de Montesa.
En el Repartiment (1232), recibieron varias casas en la Ciutat de Mallorca, dentro de la porción de Nunó Sanç, y dos alquerías, llamadas Alfauuach o Alfamach y Dahom, en el distrito de Jartan (Artà), en la porción real; el Llibre del Repartiment menciona las alquerías del distrito de Jartan que correspondieron a los caballeros de Sant Jordi [d'Alfama]: «Alqueria Alfauuach, jovades es de Sent Jordi. Alqueria Dahnon, viii jovades es de Sent Jordi»; la importante posesión llamada hoy Son Jordi, antiguamente Sant Jordi, de Son Servera, proviene de aquí.
En Valldemossa, el conde del Rosellón, Nuno Sanç, cedió la alquería de Benigayda o Balagay (actuales Son Ferrandell y de Son Olesa) al caballero Llop Eixemenis de Luzià. Este caballero, el 9 de agosto de 1231 la dio a la orden de San Jorge de Alfama. El 3 de septiembre del año 1300 la alquería lindaba con el mar, término de Esporles y Bunyola de Banyalbahar, la Cova, alquería llamada Caldes de Berenguer Desmàs, Mola de Sant Jordi y camino que va al Coll del Teix; interpretan Jaume Albertí y R. Rosselló Vaquer que la alquería fue incautada por el rey, siendo reclamada por la Casa de la orden de Sant Jordi. Parece que una transacción inmobiliaria no fue comunicada al rey Jaime II de Mallorca, quien, como señor eminente, impugnó la transferencia y embargó las propiedades. La orden fue compensada por el monarca con 8.000 sueldos. Los caballeros de Sant Jordi de Alfama dejaron en Valldemossa el topónimo del Coll de Sant Jordi, tan cercano a su alquería.
En el término de la Ciudad, después de la Conquista, los caballeros sanjordistas, según una teoría no confirmada documentalmente, recibieron una parte del hasta entonces denominado Pla de Catí. Este territorio y su humedal precisamente se llamaron, a partir del siglo XV, Pla y Prat de Sant Jordi, respectivamente. En este lugar, seguramente ya en el siglo XIII, se levantó un oratorio dedicado al santo caballero que dio después nombre al pueblo de Sant Jordi.
La fiesta de Sant Jordi en Palma
En 1407 los jurados de la Ciutat i del Regne de Mallorca hicieron un llamamiento al pueblo para que celebrase la fiesta de san Jorge «per tal com lo dit sant cavaller en diverses batalles de cristiandat és estat vist, e mitjançant la potència divinal e la sua ajuda, dels enemics de sa santa Fe han obtinguda victòria». Los caballeros y, por lo general, la nobleza del reino de Mallorca lo tenían como patrón. Así, el 20 de septiembre de 1460, con autorización del rey Juan II, se creó la cofradía de San Jorge de los Caballeros, en una gran fiesta presidida por el obispo Marí de Santacilia. La institución tenía su sede en la iglesia de Sant Francesc, cuya potente iconografía reproduce en varias ocasiones al santo. La Cofradía fue abolida en 1778.
En 1565 el General Consell acordó dotar con 75 libras a las justas y torneos que, para el día de san Jorge, debían celebrarse en el Born de la ciudad. En 1577 se aprobaron unas nuevas ordenaciones de la Cofradía de Sant Jordi. Sus capítulos tienen muy presente la celebración de la fiesta del santo: «Los Cavallers del present regne de Mallorca costumant tenir la Confraria del Gloriós Sant Jordi, com la tenen los dels altres regnes de la corona de Aragó, i passada la Germania per esser morts en ella la major part dels dits cavallers, i los que restaven molt afligits se negligiren de celebrar la festa de S.t Jordi, i així vingueren a deixar dita Contraria; ara veient los que avui són quant gran inconvenient sia estat haver dexat de solemnisar la festivitat del llur S.t Patró, i també que ultra de les obres pies que en ella se feran, se darà ocasió als cavallers joves de exercitar més les armes. Supliquen a V. M. Iltre. Senyoria sia servit de donar-los llicència de tornar dita Contraria i decretar-los los següents Capítols, perquè los que à les hores tenien no es trobaren».
Y también «que cada año el día de la fiesta del glorioso S.t Jordi se haga un torneo en la Plaza del Born, y que dicho Clavari sea obligado á poner el palenque y pagar lanzas, tambores y pífanos de dinero de la Cofradía». En Palma, el gremio de los manteros tenía también por patrón a Sant Jordi, celebrando la fiesta en la iglesia de Sant Antoni de Padua que se levantaba junto a la puerta de Sant Antoni; de ahí la tabla pictórica gótica de Pere Niçard (1468-70), hoy en el Museu d'Arte Sacre.
En Mallorca, san Jorge dejó otras huellas y recuerdos, a menudo recogidos por las rondalles. En el Coll de Sant Jordi, cerca de Son Ferrandell de Valldemossa (antigua posesión de los ya mencionados caballeros de Sant Jordi de Alfama) ayudó a los cristianos a conquistar la región. En Sóller, liberó a la población de la terrible «cuca» de sa Mola. En el Camí dels Cingles, de la posesión Bini, de Escorca, está la Roca Saltadora, desde donde el caballo del santo pegó un salto prodigioso y llegó hasta Barcelona. Varias iglesias y capillas se dedicaron a San Jorge, como San Jorge del Pla de Catí, a levante de Palma. El oratorio de Sant Martí de Alcúdia contiene también la capilla de Sant Jordi; estas advocaciones caballerescas del oratorio troglodita, permiten pensar en una refundación de los templarios, señores alodiales de la región hasta que fueron disueltos en 1312. El arte nos ha dejado preciosas muestras, como la mencionada pintura tardo-gótica de Sant Jordi de Pere Niçard.
El día de san Jorge coincidía con el aniversario de la muerte de William Shakespeare y de Miguel de Cervantes, acaecidas en 1616 (el inglés murió el 23 de abril de 1616 según el calendario juliano que pasó al 3 de mayo según el calendario gregoriano). Por eso, en 1923 la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, a propuesta del editor valenciano instalado en Barcelona, Vicente Clavel, proclamó que el 23 de abril sería el Día del Libro. La fiesta arraigó y en 1995 la Unesco declaró el 23 de abril Día Mundial del Libro.