Sin llegar a la violencia física, la pareja puede ejercer violencia silenciosa. | Freepik

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El Día Internacional de la Violencia de Género se celebra el próximo 25 de noviembre y se presenta como una jornada propicia para poner de manifiesto que las cifras de esta lacra social son abrumadoras. La coach personal y de salud, Marga Almarcha, advierte que al margen de la violencia que todos conocemos existe la violencia invisible y explica que «hace referencia a un fenómeno social mediante el cual una o más personas agreden de una manera verbal o con acciones silenciosas a otros, lo que genera un daño a nivel psicológico y emocional».

Almarcha señala que «estas acciones silenciosas están tan normalizadas que se camuflan y viven soterradas en el día a día en la sociedad en toda su estructura por lo que todos podemos ser sujetos pasivos de las mismas sin darnos cuenta. Lo que nos lleva a pensar en la peligrosidad de la misma es que, aún siendo tan sutil que pasa desapercibida, no como la violencia física que es más directa, forma parte de la base del iceberg de la violencia de género, es decir es la base que sustenta otras violencias más visibles y directas».

No obstante, precisa que «hablar de violencia invisible no tiene sentido si no hablamos de violencia estructural y de violencia simbólica. La primera se refiere a la manera en que las instituciones o estructuras sociales dañan a ciertos individuos impidiendo que se desarrollen y consigan cubrir todas sus necesidades. Este tipo de violencia impide que se alcance la igualdad. Cuando hablamos de violencia simbólica nos referimos a todas las creencias inculcadas, mensajes subliminales, normas, normas religiosas que se interiorizan y que se dan por válidas, siendo aceptadas por todo el mundo sin cuestionarlas, cuya consecuencia es que se siguen perpetuando».

La coach personal y de salud expone que para encontrar ejemplos de violencia invisible «no hay mejor forma de hacerlo que encendiendo la televisión y viendo ciertos anuncios, películas, programas … donde se ponen de manifiesto las desigualdades que existen actualmente entre hombres y mujeres». En este orden de cosas, añade que también la encontramos plasmada en comentarios sexistas, chistes con connotaciones sexuales, publicidad sexista y un sinfín de comportamientos que se alejan de la igualdad que las mujeres tanto necesitan».

También hace especial hincapié en las redes sociales, que a su modo de ver «han generado mayores desigualdades y siguen normalizado y perpetuando ciertos patrones de conducta muy peligrosos, teniendo en cuenta el alto porcentaje de niños y adolescentes que hacen uso de dispositivos electrónicos. En este punto es importante pararse y reflexionar, sobre todo porque si nosotros como adultos hemos normalizado este tipo de violencia y somos los encargados de educar a nuestros hijos tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos, por lo que nos tendremos que plantear seriamente cómo lo estamos haciendo. En este sentido es importante valorar los mensajes que les damos, qué comportamientos tenemos, cómo nos relacionamos con las mujeres, para que no sigan replicando estas violencias invisibles; teniendo en cuenta que las redes sociales es un elemento de gran influencia sobre ellos nacidos en la era digital».

¿Cómo luchar contra la violencia invisible?

Almarcha sostiene que «cambiar la situación actual pasa porque el hombre esté dispuesto a hacer autocrítica y sea consciente de sus privilegios y los utilice para buscar la igualdad y no como un generador de 'poder sobre', que solo lleva al sometimiento. Al mismo tiempo cada uno de nosotros podemos empezar a dejar de mirar y empezar a ver esas violencias invisibles, como por ejemplo dejar de compartir vídeos con contenido que dañen la imagen de la mujer, con este simple gesto hacemos que no se replique este tipo de violencia instaurada».

La coach señala que «también podemos aportar visibilidad haciendo saber nuestra inconformidad ante ciertos comentarios en vez de justificarlos; esto se vería amplificado si dejamos de hacer eco a los mismos. Como padres aprovechar los momentos de crianza para hablar de respeto, igualdad y con el ejemplo generar un cambio de paradigma. Como sociedad es importante dar un paso adelante y visibilizar estas desigualdades y sensibilizar a todos y todas de esta realidad para, como sociedad, avanzar en la igualdad y conseguir una disminución de la violencia». Para concluir manifiesta que «lo que tenemos entre manos es de gran magnitud ya que no solo se trata de una guerra entre hombres y mujeres, se trata realmente de solucionar una situación en la que se pone en cuestión los derechos humanos de toda la sociedad».