Almarcha señala que «estas acciones silenciosas están tan normalizadas que se camuflan y viven soterradas en el día a día en la sociedad en toda su estructura por lo que todos podemos ser sujetos pasivos de las mismas sin darnos cuenta. Lo que nos lleva a pensar en la peligrosidad de la misma es que, aún siendo tan sutil que pasa desapercibida, no como la violencia física que es más directa, forma parte de la base del iceberg de la violencia de género, es decir es la base que sustenta otras violencias más visibles y directas».
No obstante, precisa que «hablar de violencia invisible no tiene sentido si no hablamos de violencia estructural y de violencia simbólica. La primera se refiere a la manera en que las instituciones o estructuras sociales dañan a ciertos individuos impidiendo que se desarrollen y consigan cubrir todas sus necesidades. Este tipo de violencia impide que se alcance la igualdad. Cuando hablamos de violencia simbólica nos referimos a todas las creencias inculcadas, mensajes subliminales, normas, normas religiosas que se interiorizan y que se dan por válidas, siendo aceptadas por todo el mundo sin cuestionarlas, cuya consecuencia es que se siguen perpetuando».
La coach personal y de salud expone que para encontrar ejemplos de violencia invisible «no hay mejor forma de hacerlo que encendiendo la televisión y viendo ciertos anuncios, películas, programas … donde se ponen de manifiesto las desigualdades que existen actualmente entre hombres y mujeres». En este orden de cosas, añade que también la encontramos plasmada en comentarios sexistas, chistes con connotaciones sexuales, publicidad sexista y un sinfín de comportamientos que se alejan de la igualdad que las mujeres tanto necesitan».
También hace especial hincapié en las redes sociales, que a su modo de ver «han generado mayores desigualdades y siguen normalizado y perpetuando ciertos patrones de conducta muy peligrosos, teniendo en cuenta el alto porcentaje de niños y adolescentes que hacen uso de dispositivos electrónicos. En este punto es importante pararse y reflexionar, sobre todo porque si nosotros como adultos hemos normalizado este tipo de violencia y somos los encargados de educar a nuestros hijos tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos, por lo que nos tendremos que plantear seriamente cómo lo estamos haciendo. En este sentido es importante valorar los mensajes que les damos, qué comportamientos tenemos, cómo nos relacionamos con las mujeres, para que no sigan replicando estas violencias invisibles; teniendo en cuenta que las redes sociales es un elemento de gran influencia sobre ellos nacidos en la era digital».
¿Cómo luchar contra la violencia invisible?
Almarcha sostiene que «cambiar la situación actual pasa porque el hombre esté dispuesto a hacer autocrítica y sea consciente de sus privilegios y los utilice para buscar la igualdad y no como un generador de 'poder sobre', que solo lleva al sometimiento. Al mismo tiempo cada uno de nosotros podemos empezar a dejar de mirar y empezar a ver esas violencias invisibles, como por ejemplo dejar de compartir vídeos con contenido que dañen la imagen de la mujer, con este simple gesto hacemos que no se replique este tipo de violencia instaurada».
La coach señala que «también podemos aportar visibilidad haciendo saber nuestra inconformidad ante ciertos comentarios en vez de justificarlos; esto se vería amplificado si dejamos de hacer eco a los mismos. Como padres aprovechar los momentos de crianza para hablar de respeto, igualdad y con el ejemplo generar un cambio de paradigma. Como sociedad es importante dar un paso adelante y visibilizar estas desigualdades y sensibilizar a todos y todas de esta realidad para, como sociedad, avanzar en la igualdad y conseguir una disminución de la violencia». Para concluir manifiesta que «lo que tenemos entre manos es de gran magnitud ya que no solo se trata de una guerra entre hombres y mujeres, se trata realmente de solucionar una situación en la que se pone en cuestión los derechos humanos de toda la sociedad».
9 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Se le olvida lo más importante: la educación para que sean las propias mujeres las que no se sometan ni consientan malos tratos de ningún tipo. Chica: si te maltrata física o psicológicamente, déjalo y no vuelvas. No necesitas hacer todo lo que la sociedad te ha dicho que debes hacer, como ser sumisa y "hacerte fuerte" para aguantar. Hay mujeres que, por no estar solas, aguantan de todo.
Lo que esta buena mujer llama violencia silenciosa, está presente en casi todos los ámbitos de nuestro día a día. Forma parte de nuestra rutina y la sufrimos y provocamos invariablemente e inconscientemente todos y todas. Chica o aprendes a vivir con estas vicisitudes y te haces fuerte o vives en una burbuja de cristal y no sales de ahí. La violencia consciente, provocada e intencionada es la que debe ser erradicada. Cuando se haya conseguido eso, quizás se pueda pensar en seguir avanzando en otras vías. En toda convivencia hay situaciones de conflicto y eso no es violencia "per se", aunque puede derivar en ella si no hay autocontrol y respeto. Si confundimos las cosas, cabe el peligro que las cosas realmente importantes queden diluidas en el océano de chorradas.
Buen artículo, una mujer tendrá iniciativa y buén hacer y no sé la valora. Ante un hombre, las mujeres principalmente, que también ejercen violencia estructural y simbólica, se relegan rápidamente a la sumisión. Una pena no respetar como mujer y no ser respetada.. La envidia y celos se los comen a todos.
Yo personalmente en mi vida y mi familia en vez de enfocar el problema entre hombres y mujeres lo llevo más allá y promulgó el respeto mutuo entre personas sean del género que sea.
Esta señora será una feminista de esas que odian al hombre ante todo y ya asocian dicha violencia al hombre, la cual creo que es ejercida tanto por hombre como por mujer y respecto a igualdad lo que se dice en temas judiciales al menos la mujer ya posee muchos más derechos que los hombres
Desigualdad es cuando uno es inferior a otro, no cuando son diferentes, quiero puntualizar, que parece que se nos olvida la evidencia palpable.
Esta es la violencia de la nunca se habla: la inflingida por los y las narcisistas que conviven entre nosotros ocupando los mejores puestos en la sociedad, que se ganan el poder con su falta de empatía y que crean un infierno en el hogar sin que nadie se de cuenta, logrando además una apariencia de familia perfecta. La mitad de las víctimas son hombres y muchas veces se acaban suicidando. A estos no los cuentan. Aun así las verdaderas víctimas son los hijos que no son hijos amados aunque lleven las mejores ropas y saquen las mejores notas para ganarse el amor de su madre, que jamás llegará.
Esperemos que los políticos no lo utilicen como propaganda pre-electoral. Ciudadano191, y quizás ello tenga algo que ver con la tasa de natalidad tan baja. Las características de ser una buena pareja, se encuentra escasamente en los hombres, por lo visto. Y subconscientemente, quizás abandonamos la idea de formar una familia.
Ni discutir (que no es lo mismo que agredir), se va a poder, sin que se tache a alguien de "maltratador". Algunos están muy perdidos con el concepto. Y también digo, fuerte y claro, que el que la haga, que le caiga una buena pena, al igual que cualquier denuncia falsa sea castigada adecuadamente (esas que algunos afirman que no existen).