Es importante recalcar que, a pesar de que los síntomas agudos pasarán a lo largo de los días, el daño producido a las células es permanente y pueden tener efectos muy graves en la piel a largo plazo: sequedad, envejecimiento prematuro...y el más grave de todos: desarrollar cáncer de piel. Ello sucede cuando los rayos UV alteran la estructura del ADN. Generalmente durante y tras la reproducción de las células actúan mecanismos que reparan los daños en el ADN. Sin embargo, si hemos sufrido quemaduras solares de consideración, en la duplicación podrían no repararse los daños, teniendo con ella una célula con ADN alterado, que a la larga seguirá reproduciéndose. Esta célula modificada puede ser irrelevante o tener modificado algún gen de la regulación celular, con una altísima tasa de mitosis, que provocará una reproducción descontrolada de las células, dando pie al crecimiento de un cáncer.
Existen diferentes cánceres de piel, pero el más asociado a las quemaduras solares es el melanoma, que se produce por un crecimiento descontrolado de las células de pigmentación de la piel. El primer signo de alarma suele ser la aparición de una mancha marrón, parecida a un lunar, pero cuya forma no se mantiene, sino que va cambiando. Al apreciarlo, lo primero que se debe de hacer es acudir al médico para una revisión. El tratamiento más frecuente es la extirpación del melanoma. En los casos de mayor gravedad puede producir metástasis, por lo que el cáncer se reproduce en distintas partes del cuerpo, haciéndolo verdaderamente difícil de tratar y resultando, en ocasiones, hasta mortal. Vista esta información, el objetivo no es la alarma ni el miedo, sino la concienciación de la importancia de cuidar de nuestra piel y ponernos siempre la crema solar.
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