Almarcha advierte que «entender los celos sin ciertos componentes puede resultar complejo y, aunque en un primer momento son fáciles de identificar, el hecho de que de que se compongan de otras emociones, le añade esa complejidad. Aún, así, es importante remarcar que los celos, al ser una emoción, no son buenos ni malos, simplemente nos dan información de alguna necesidad que no se está viendo cubierta». En este sentido, argumenta que «los celos vienen de la mano de emociones como el miedo, la desconfianza, la ira, la vergüenza o la tristeza que, a su vez, están acompañadas de un discurso mental que no ayuda a calmarlas. Sucede todo lo contrario, normalmente retroalimenta nuestro estado emocional, llevándonos a poner en práctica ciertas acciones que podrán pasar factura en los depósitos de confianza de la relación».
La coach explica que «los celos no surgen de la nada, puede ser que estuvieran dormidos por situaciones dadas en el pasado y en cómo nos vinculamos y que, por alguna razón o estímulo, vuelvan a surgir para darnos una información. Estos estímulos pueden ser muy diferentes para cada persona. Por citar algunos ejemplos, se podrían observar cambios de comportamientos de la pareja que denoten interés por otra persona, aparición de otras nuevas, acciones de la pareja que generen en nosotros pensamientos de que quiere dejar la relación… cada uno podrá ver en determinados comportamientos una señal de alarma diferente, pero es importante señalar que, seguramente, esta inseguridad en ese momento concreto viene de situaciones del pasado que no se han gestionado de una forma adecuada».
¿Cómo evitar los celos?
Almarcha explica que «los celos dejan de ser normales cuando no los podemos sostener de una forma adecuada y, emociones como la rabia, sale a relucir jugándonos malas pasadas como, por ejemplo: no permitir que la pareja salga, controlando el móvil y las redes sociales, llamando constantemente para controlar donde está… Aunque para muchas personas los celos se hayan normalizado como una forma de demostrar amor, es necesario intentar cambiar ciertas formas de interrelacionarse, ya que los celos poco tienen que ver con amar de una forma saludable. Para ello, el primer paso es darse cuenta de que los celos dominan tu comportamiento, la forma en la que interpretas las cosas que pasan y cómo eso tiene un impacto en tu relación».
Otro paso es «ser conscientes del resto de emociones que componen los celos para escuchar su mensaje y poder aprender a sostenerlas, conectar con las necesidades no satisfechas y generar acciones para poder satisfacerlas». La coach sostiene que es importante «aprender a confiar, primero en nosotros y después en nuestra pareja; entender que los cambios van desde el interior al exterior, es un paso también muy importante, que te ayudará a generar vínculos basados en la confianza mutua».
También es fundamental «ser muy consciente de nuestro diálogo interno, es decir, de lo que nos estamos diciendo cuando vemos que la pareja está hablando con otra persona o va a salir de cena. Parar todo aquel pensamiento que genere historias que te lleven a escenarios imaginarios. Aunque los celos son responsabilidad de quien los sufre, la otra parte de la pareja tiene la responsabilidad afectiva de no generar situaciones o acciones que generen cierto impacto, además de legitimar las emociones, aunque para nosotros sean difíciles de entender. Como parte integrante de la relación es importante que nuestro discurso y la forma en la que se manejen ciertas situaciones sea de una forma respetuosa y cuidada y no con mensajes acusadores que solo harán aumentar el malestar de la persona que los sufre, construyendo así una relación desde el respeto, la seguridad, la confianza y la reciprocidad».
«Ver el mensaje que nos trae las emociones asociadas a los celos nos puede dar la oportunidad para conocernos mejor y poder construir otro tipo de relaciones más sanas», concluye Almarcha.
1 comentario
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Excelente publicación, Almarcha. Enhorabuena! El tema es muy delicado y está muy bien tratado aunque la patología debería ser siempre tratada por un profesional. Un abrazo.