El Dr. Antonio García Trujillo, neurólogo del centro Oms-42 y Mente.

TW

Las enfermedades neurológicas asociadas a la edad tienen en común 2 factores: La inactividad (vida sedentaria), como principal causa, tanto a nivel físico como a nivel intelectual ya que en el cuerpo humano, todo lo que no se ejercita, se atrofia; y los problemas circulatorios tienden a descompensar el deterioro propio de la edad.

Según estas dos premisas si queremos envejecer saludablemente debemos estar activos tanto físico como cognitivamente (mantener cuerpo y mente activados) y prevenir los factores de riesgo vasculares que es tan fácil como controlar la tensión arterial, la diabetes, colesterol y obesidad (dieta mediterránea).

La enfermedad de Alzheimer es una de las patologías neurodegenerativas a la que más tememos. En la actualidad más de 57 millones de personas en el mundo sufren la enfermedad de Alzheimer y otras demencias y se espera que en el 2050 la prevalencia se pueda triplicar. Una de las recomendaciones para retrasar el deterioro que conlleva padecer dicha enfermedad es lo que comentábamos anteriormente, la actividad cognitiva.

¿Cómo nos podemos mantener activos cognitivamente?

Cada vez son más los estudios que respaldan los beneficios de los programas de estimulación cognitiva como tratamiento no farmacológico eficaz de primera opción, tanto en envejecimiento normal como en personas con deterioro cognitivo leve, así como en demencia leve y moderada.

En el caso de la enfermedad de Alzheimer (EA), aunque no se puede revertir el deterioro, gracias a la terapia de estimulación cognitiva se puede enlentecer de manera significativa, manteniendo así la funcionalidad y autonomía de la persona el mayor tiempo posible y mejorando su calidad de vida. Además, algunos estudios han demostrado cómo dicha terapia puede reducir la continuidad de alteraciones de conducta y mejorar el estado de ánimo de la persona.

La estimulación cognitiva permite fortalecer y mantener aquellas capacidades cognitivas que se encuentran preservadas, basándose en la neuroplasticidad y la reserva cognitiva. La reserva cognitiva es lo que hace que pacientes que han ejercitado su capacidad mental a lo largo de su vida, al tener una enfermedad neurodegenerativa, la puedan compensar más fácilmente. El ejemplo más clásico es «lo difícil que sería diagnosticar de Enfermedad de Alzheimer a un jugador profesional de ajedrez, no porque no puedan tener la enfermedad, sino porque sus síntomas iniciales, debido a su reserva de memoria (son capaces de recordar hasta 7 jugadas previas) engañaría a los tests neuropsicológicos y su memoria sería como la 'normal' para su edad. Esto significa que cuanto más la entrenemos, mejor se mantendrá incluso ante la enfermedad».

La estimulación cognitiva tiene como objetivo mejorar el rendimiento de las diferentes capacidades cognitivas que están preservadas y estimular las que se encuentran deterioradas. El inicio de esta terapia debería promoverse desde el diagnóstico e ir modulando el grado de dificultad de las actividades durante la evolución de la enfermedad, adaptando el nivel de dificultad de cada una de las tareas propuestas. Se planifican las actividades de las áreas cognitivas a trabajar (memoria, orientación, lenguaje, atención,etc) para motivar a la persona e integrar la terapia en su rutina diaria. Además se favorece su dignidad y autoestima realizando actividades que realcen su interés, aproximándonos a su historia personal y estilo de vida.

En los centros MENTE, durante las sesiones estructuradas de estimulación cognitiva se aplica una gran variedad de actividades, en formato de papel, oral y de forma digital, para adaptarnos a las circunstancias y necesidades del paciente. Desde hace 10 años hemos introducido los últimos avances tecnológicos en el campo de la estimulación cognitiva con una plataforma web de neurorehabilitación, neuronUp, con múltiples ejercicios así como herramientas y simuladores de la vida real para entrenar las funciones cognitivas, habilidades sociales y actividades de la vida diaria. La aplicación cuenta con actividades adaptadas y personalizadas a los diversos grados de afectación del usuario: la edad, ejecución individual o grupal, nivel socio cultural y educativo...

También se realza uno de los beneficios que supone realizar la terapia de estimulación cognitiva en grupo: la socialización, porque favorece el establecimiento de rutinas y evita la desconexión del medio, además de mejorar la fluidez verbal y fortalecer el sentido de pertenencia de grupo, repercutiendo positivamente en la autoestima y autonomía personal del paciente.