Tú, en ti, sólo tú conviértete en todo aquello que quisieras ver en el mundo | brenkee (pixabay)

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En todo proceso de crecimiento personal, el primer paso es la derrota. Suena poco esperanzador, pero en realidad es la única manera de que podamos comenzar verdaderamente un trabajo interior que nos transforme completamente en las personas que deseamos devenir.

Cuando estamos seguros que los hábitos o relaciones que estamos manteniendo no son buenos para nosotros, o que incluso nos están causando daño a nivel físico, mental o emocional, debemos tomar un acto de humildad enorme y derrotarnos. Eso quiere decir, reconocer que lo que estamos haciendo nos lastima, nos drena, nos enferma y que intentar cambiarlo a través de la voluntad es posible.

Imagina que tienes un coche que está descompuesto y necesitas llegar a la cima de la montaña, y te aferras a empujarlo desde la base a hasta arriba con la esperanza de que en algún momento comience a andar. Esta es la tendencia compulsiva que tenemos de creer que, a través de la férrea voluntad, vamos finalmente cambiar hábitos y/o relaciones que nos lastiman.

La derrota es exactamente lo contrario, derrotarnos es reconocer que el coche no funciona y que seguramente con él nunca llegaré a la cima de esa montaña.

Derrotarnos frente a algún hábito o alguna relación es reconocer que estamos en una situación que se ha vuelto casi imposible y que, en lugar de gastar los pocos recursos mentales o emocionales que nos quedan, soltamos, nos derrotamos y nos enfocamos en dejar ir. Se trata de reconocer que eso que obstinadamente queremos cambiar no va a cambiar hasta que no haya un cambio radical dentro de nosotros mismos.

Así comenzó este camino para mí, cuando quise dejar de poner vendas a las heridas que me hacían tener conductas autodestructivas o relaciones codependientes. En lugar de querer corregir las conductas o la relación, lo solté todo y me enfoque en sanar las heridas que me habían llevado a tomar esas decisiones.

La solución no está en querer mejorar la relación, la solución está en querer trabajar en nosotros mismos y ver qué heridas del pasado te hacen entrar en esas relaciones.

Todos tenemos un pasado que nos determina, sin embargo, derrotarnos es decidir dejar de responder automáticamente a ese pasado y tomar la responsabilidad de construir la persona que queremos ser.

No busques modificar los hábitos o relaciones que te están enfermando, enfócate en reconocer con mucha humildad cuales son los patrones emocionales que te han hecho tomar estas decisiones, estas elecciones, estas conductas autodestructivas.

Querer cambiarlas sin mirar la raíz es querer empujar el coche descompuesto hasta la cima. Derrotarnos es reconocer que lo que subyace a nuestras conductas son heridas que tienen su origen en algo más profundo. Por eso este es siempre el primer paso, reconocer, soltar y comenzar a mirar hacia adentro.

Es un camino de valientes y sin embargo es la única alternativa real para conseguir ser esa persona que quieres ser. Sanar es el primer paso para construir mejores relaciones y mejores hábitos.

Puedo garantizarte que, pese al pánico que da al inicio comenzar a mirar hacia adentro, es lo más inteligente y lo mejor que puedes hacer para ti y por las personas que te rodean. Tú, en ti, sólo tú conviértete en todo aquello que quisieras ver en el mundo.