Y es que a veces, sobre la imagen que nos devuelve el espejo, proyectamos toda clase de exigencias, expectativas y juicios que nos generan inseguridades y hace que nos sintamos pequeñitos, corriendo el riesgo de ir desenamorándonos de nosotros mismos.
Posiblemente, estamos en un momento en el que se ha normalizado tanto la necesidad de aprobación externa, reconocimiento y amor que la intentamos cubrir con cada cosa que hacemos pensando que así conseguiremos esa seguridad y amor propio que tanto anhelamos o queriéndolo encontrar en la mirada del otro… sin darnos cuenta que esas acciones nos alejan realmente de lo que es beneficioso para nosotros, cultivar nuestro amor propio.
Si enamorarse de nuevo requiere valentía para volver a apostar por alguien, cuando hablamos de la relación con nosotros mismos, es importante saber que vamos a necesitar una gran dosis de generosidad y amabilidad. Sobre todo, porque, igual que cuando estamos conociendo a alguien es necesario aceptar todo aquello que nos diferencia, será vital aceptar esas debilidades y sombras que forman parte de nosotros y que sabemos nos condicionan. Hay que ser muy generoso para verlas y, al mismo tiempo muy amable y honesto con nosotros mismos para encontrar el equilibrio entre nuestras fortalezas, debilidades y sombras y que no nos desestabilice, a las que es preciso aceptar e integrar para obtener el aprendizaje necesario que nos ayude a amarnos tal como somos.
Enamorarte de ti es empezar una aventura de autodescubrimiento que empieza por ser consciente también de tus emociones y necesidades, entendiendo que, la forma en la que te hablas va a influir directamente en cómo te sientes y cómo vivas la realidad que te rodea.
Así que, empezar por observar cómo te hablas y qué diálogo interno tienes es fundamental para darte cuenta de cómo te estás cuidando y, así poder empezar a cambiar ese discurso hacia uno más respetuoso y cuidado. Sin duda, esto cambiará tu relación con el mundo porque te darás cuenta de lo que estabas tolerando y lo que ya no estás por la labor de seguir aguantando.
Y, si hablamos de cuidados, es importante poner atención en cómo lo hacemos, qué tiempo nos dedicamos… ¿nos damos permiso para cuidarnos?
Amarnos es cuidarnos en el sentido más amplio de la palabra, a todos los niveles tanto físico, mental como emocionalmente. A nivel físico, se trata de hacer más de eso que nos sienta bien como actividad física, comer de una forma saludable, descansar las horas necesarias…para sentirnos con la energía suficiente para poder afrontar los días de la mejor manera posible. Y eso va a requerir en algunos momentos poner ciertos límites, aprender a delegar y destinar parte de nuestro tiempo a nosotros mismo.
El cuidado emocional es, sin ningún tipo de duda, el más importante y pasa por conocer nuestras emociones y cultivar en nosotros ese lugar seguro de paz y tranquilidad tan necesario que nos sirva para que, cuando algo nos altere, poder estar y podamos evitar que altere nuestra paz interior.
Amarse a uno mismo, es posiblemente el mayor acto de rebeldía y, al mismo tiempo, el mayor acto de valentía y generosidad porque es un camino hacia la aceptación de lo que fuimos, somos y seremos, con nuestros errores y con nuestros aciertos, con nuestros miedos y nuestras inseguridades…sabiendo que nos acompañaremos todos los días y que es mejor hacerlo si somos nuestras mejores compañías.
En los tiempos que corren, se hace necesario empezar a cultivar ese amor por nosotros mismos que nos sirva para apreciar realmente nuestro propio valor para que, cuando nos veamos reflejados en el espejo, honremos la imagen que vemos como ejemplo de superación, valentía, amabilidad y, lo más importante, donde veamos todo el amor que poseemos.
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