Esta bebida lleva siendo popular en Asia desde los años 80. | Freepik

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El bubble tea, también conocido como de burbujas, ha conquistado las calles de las principales ciudades durante este verano, consolidándose como la bebida preferida por jóvenes y adultos en busca de algo refrescante y diferente. Originario de Taiwán, este peculiar té ha logrado enamorar a paladares de todo el mundo gracias a su fusión única de sabores, texturas y colores.

Este té no es una bebida común; su principal atractivo radica en las «burbujas» o perlas de tapioca que descansan en el fondo del vaso. Estas perlas, que aportan una textura masticable y divertida, están elaboradas a partir de almidón de la raíz de yuca. Su sabor neutro les permite adaptarse a las múltiples combinaciones de tés, frutas, leches y otros ingredientes que componen el bubble tea, creando una experiencia sensorial única en cada sorbo.

Aunque su popularidad en Europa y América es relativamente reciente, el bubble tea ha sido una bebida emblemática en Asia desde la década de 1980. Lo que comenzó como una simple mezcla de té con leche y tapioca se ha transformado en un fenómeno global, gracias en parte a la influencia de las redes sociales, donde los usuarios comparten fotos y videos de sus coloridas bebidas.

En verano, cuando las altas temperaturas invitan a buscar alternativas refrescantes, el bubble tea se presenta como una opción perfecta. Su versatilidad permite adaptarlo a los gustos de cada persona, pudiendo elegir entre una amplia variedad de sabores, desde los clásicos como el té verde o el té negro, hasta opciones más exóticas como el matcha o el té de frutas tropicales. Además, su capacidad para ser personalizado con distintos niveles de azúcar y tipos de leche, incluyendo opciones veganas, lo convierte en una opción atractiva para todos los públicos.

No obstante, a pesar de su popularidad, el bubble tea no está exento de críticas, especialmente por su alto contenido calórico y de azúcar, lo que lo convierte en una bebida que debe disfrutarse con moderación. Sin embargo, su auge en verano parece imparable, consolidándose como un símbolo de la cultura pop contemporánea y un ejemplo de cómo una tradición asiática puede adaptarse y triunfar en un mercado global.