Un grupo de futbolistas del Mallorca celebra un gol ante un jugador del Atlético Baleares durante un derbi. | Archivo UH

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El fútbol mallorquín se frota las manos y la vía de cintura empieza a echar humo por sus dos extremos. Entre Son Malferit y Son Moix, separados por apenas siete kilómetros, se detecta incluso un gradual incremento de la temperatura. Fundamentalmente, porque ha arrancado una de las semanas más calientes del calendario para los dos principales clubes de Palma.

Circulando por caminos distintos desde hace más tres décadas, el Atlético Baleares —designado como anfitrión del reencuentro— y el Mallorca volverán a mirarse a los ojos con tres puntos sobre la mesa. Y volverán a encender a dos aficiones, cada desde su rincón y cada una bajo su bandera, que reclaman para su equipo la vara de mando de la ciudad. Habrán pasado 11.251 días desde la última vez, pero el derbi ha vuelto.

La enemistad entre Mallorca y ATB presenta múltiples aristas y guarda numerosos puntos de referencia. No se cruzan por los pasillos de la Segunda B desde enero de 1978 y no se ven en un partido de liga, en este caso de Tercera, desde mayo de 1980. Sí que lo hicieron, en cualquier caso, con la Copa del Rey como telón de fondo hace casi 31 años. Es el último referente oficial para varias generaciones de barralets y balearicos, que desentierran estos días una rivalidad que en su momento dejó una huella profunda en los dos bandos. Un desencuentro deportivo que se actualizará el sábado (19.00 horas) ante los ojos de los aficionados más jóvenes y en un contexto que en los últimos años se ha transformado para todos.

De aquella última cita que se celebró la noche del jueves 13 de noviembre de 1986, el último derbi oficial, solo queda el aroma. El Mallorca estaba en Primera y esa temporada acabaría disputando aquel histórico playoff por el título que no tendría continuidad, mientras que el ATB, que jugaba en Tercera, terminaría ascendiendo a la categoría de bronce final de curso. Sus caminos ya andaban muy separados, pero el torneo copero los juntó en una misma eliminatoria a partido único que tendría como escenario el Estadi Balear. Los rojillos venían de eliminar al Hospitalet ibicenco, al Ibiza y al Torrevieja. Los blanquiazules, al Badia y al Barcelona Atlético.

El Atlético se vio obligado a acondicionar su campo para poder jugar el partido de noche y propiciar así una mayor afluencia de aficionados. Y para hacerlo, se solicitó incluso un cambio de fecha al que accedieron tanto la RFEF como el Mallorca. Al final, en las gradas se reunieron unos 10.000 espectadores de los dos equipos que dejaron unos diez millones de pesetas de recaudación en la caja.

En el campo fue el Mallorca el que impuso sus condiciones aunque con mucho sufrimiento. Pese a la diferencia de categoría y pese a que el técnico bermellón (Llorenç Serra Ferrer) no reservó casi nada, los bermellones solo pudieron doblegar al Atlético en la prórroga. Hassan había batido a Pedro con un asistencia de Orejuela a los 63 minutos, pero el local Javi habia firmado el empate en el 82 tras un saque de esquina. Ya en el tiempo extra, Magdaleno, Crespí y Orejuela aplicaron la lógica. Pepín, con la confrontación casi agotada, maquilló el marcador definitivo: 2-4. Luego los dos clubes volvieron a separarse. Tanto, que en las últimas décadas los únicos derbis tenían al Mallorca B como invitado.

Ahora, con los dos a la misma altura, se reanuda el pulso. Vuelve el duelo. El partido tiene en vilo a las dos aficiones, que ya se están movilizando. Los socios del ATB, que ha declarado el día del club con motivo del partido, empezaron a desfilar este lunes por Son Malferit para recoger sus entradas a un precio de 10 euros y si el día del encuentro aún quedan algunas costarán 15 euros. El Mallorca, por su parte, sacó a la venta las 200 localidades de las que dispone para el partido y se agotaron en unos minutos tras acumular más de 700 peticiones.