Los seguidores del Atlético Baleares, cantando y animando durante el derbi ante el Real Mallorca. | Miquel Àngel Borràs

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El derbi fue más derbi en la grada que en el campo. El primer lío empezó muy pronto. Poco después de las cuatro y media un vehículo lanzó varias botellas de vidrio en la entrada del bar de Son Malferit y los ánimos, como es lógico, se encresparon. El coche se echó a la fuga. Fue el inicio de una tarde-noche larga.

Las fuerzas de seguridad tomaron las inmediaciones del campo y a partir de ahí los incidentes finalizaron. Un par de insultos e improperios entre unos y otros y nada más. Todos al campo cada uno por su lado y a disfrutar del partido.

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Ingo Volckmann entraba y salía del campo nervioso, con ganas de que empezara el partido. «Les he dicho a mis chicos que tienen que dejarlo todo en el campo por la afición. Que lo den todo porque nuestra gente se lo merece», dijo el propietario del Atlético Baleares. Su entrada al campo se produjo entre vítores de «Ingo, Ingo» y con el propietario puño en alto llegando a su zona. Sin embargo, el papel de protagonista secundario estaba reservado para Maheta Molango, el nuevo gran ídolo de la afición del Atlético Baleares. Nada más llegar a Son Malferit, los seguidores, lejos de faltarle, le instaron a seguir en el club bermellón. «Maheta, sigue así», «Maheta no te marches»... en definitiva es el nuevo ídolo para la gente del Atlético Baleares.

El consejero delegado del Real Mallorca llegó al campo junto al director deportivo, Javi Recio y en estas, llegó el momento de decidir dónde verían el partido: si en la zona del palco o en la zona de los mallorquinistas. Si decidía ir al palco, estaría rodeado en tierra enemiga. Si decidía ir al bando rojo, la situación no era mucho mejor. En esas que la afición del Atlético Baleares pidió un saludo al consejero delegado del Real Mallorca. «¡Que salude, que salude!» y ahí decidió que lo mejor era encontrar un hueco entre sus seguidores.

En la grada el alcalde de Palma, Antoni Noguera y el vicepresidente del Govern, Biel Barceló, comprobaron cómo se hace urgente que la afición del Atlético Baleares pueda disfrutar de un nuevo campo porque Son Malferit da para lo que da. Al alcalde le cantaron: «¡Volem tornar a s’Estadi Balear!» y el primer edil levantaba el pulgar gritando «¡Nirà bé, nirà bé!». Al final choque de manos entre Ingo y Maheta. El derbi se apagó en silencio.