Ingo Volckmann está dilapidando en los últimos tiempos todo el crédito que había almacenado en sus inicios como propietario del Atlético Baleares. Aquel club que competía año tras año por intentar ascender a Segunda División se ha convertido ahora en un circo de cuatro amigos que se junta los domingos para hacer una pachanga antes de comer la paella y que cada tres o cuatro meses cambia de entrenador... Aquel aspirante al ascenso es ahora una comparsa que, con apenas un mes de competición, ya es el máximo candidato para descender después de una nefasta planificación en verano.
Tato es la última víctima de la silla eléctrica en la que Ingo y su pandilla (Patrick Messow, Jordi Roger...) ha convertido el banquillo del ATB. Catorce entrenadores en menos de una década han sido triturados por la propiedad alemana y solo Mandiola fue capaz de aguantar una temporada completa...y curiosamente en ambas el equipo quedó primero.
El declive del ATB coincide con la marcha de Manix y el aterrizaje de Jordi Roger, un personaje que de la noche a la mañana y sin ningún mérito conocido se ha convertido en una figura imprescindible, en un eslabón clave en la cadena de Ingo. Nadie sabe muy bien qué hace, pero los números están ahí: hasta su llegada el ATB era un claro aspirante al ascenso; desde que llegó, es un firme candidato a bajar ¿Casualidad? No creo en las casualidades...
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