Imagen de la presentación del Atlético Baleares el pasado verano en el Estadi Balear en el tradicional trofeo Nicolás Brondo. | Emilio Queirolo

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El Atlético Baleares ha consumado su descenso a Segunda Federación en una campaña en la que siempre ha ocupado posiciones de descenso y apenas ofreció síntomas de recuperación antes del parón navideño. Sin embargo, sus problemas comenzaron ya en verano con la continuidad de Tato sin estar en sintonía con la dirección deportiva, la confección de una plantilla descompensada y las lesiones. Con la anunciada rebaja presupuestaria el club fijó la permanencia como objetivo, pero lejos de ser de las peores economías de la categoría siempre estuvo por debajo de las expectativas.

La plantilla vivió una profunda renovación tras la agónica salvación en la última jornada en Las Gaunas. Dejaron el Atlético Baleares Dioni, Kevin, Dani Nieto, Hugo Rodríguez, Petcoff, Carlos Julio, Tropi, Lucas Díaz, Marc Baró, Cordero, Lucas de Vega, Laure, Jesús Álvaro, René Román, Víctor Narro y Bilal y llegaron Ofoli, Armando, Roberto Alarcón, Loren, Villapalos, Ferroni, Jaime Sierra, David Rodríguez, Nana, Jorge Martínez y Raúl González. La plantilla, que perdía a Marc Baró antes de comenzar la liga, echaba a andar con espacio libre en el vestuario y con David Forniés, Josep Jaume y Xisco Jiménez con lesiones conocidas de larga duración. A ellos se irían sumando en la enfermería diversos jugadores desde una pretemporada que apenas se salda con un triunfo ante la Penya Independent.

Tato se había ganado la renovación con la permanencia, pero no gozó de la confianza de la dirección deportiva capitaneada por Patrick Messow y Jordi Roger. Un punto de 15 supusieron el finiquito del técnico mallorquín tras cinco jornadas y el elegido fue Juanma Barrero, que necesitó cinco partidos para celebrar su primer triunfo. Los balearicos estrenaron su casillero de victorias en la jornada diez y los triunfos ante rivales directos poco antes de despedir el 2023 hicieron que se acercara a la frontera de la permanencia. Nunca llegaría a traspasarla porque la retirada de Xisco y una sanción de cuatro partidos a David Rodríguez dejaba sin gol a los isleños, que han acusado su falta de contundencia en las dos áreas durante todo el curso.

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La gestión del mercado de invierno tampoco contribuyó a invertir la mala dinámica en la que volvió a instalarse el Atlético Baleares, que sumaba al malestar de su afición cambios en la organización interna como la marcha del gerente Guillermo Pisano. El propio Juanma Barrero alzó la voz señalando a jugadores y al club, pero sus quejas y su fijación por un Carlos Cinta que nunca llegaría no cambiaron nada. En invierno llegaron Miguel Azeez, Campabadal, Nuha, Pablo Muñoz, Rubén Rochina y Zalaya y dejaron la discipina blanquiazul Loren, Jaime Sierra, Miguelete, Jorge Martínez, Javi Moreno y Xisco Jiménez. Muchos movimientos y casi todos demasiado tarde sin llegar a dejar huella en el rendimiento del equipo.

Sin pegada, sin juego y tampoco seguridad defensiva el Atlético Baleares entró en caída libre. Cuatro derrotas seguidas y una victoria en doce encuentros propiciaron el despido de Juanma Barrero tras la jornada 28 y la propiedad optó por entregar el mando de una nave que zozobraba a Jaume Mut. De nuevo demasiado tarde para tratar de cambiar un destino que parecía escrito a diez puntos de la salvación. La contratación del técnico mallorquín para lo que restaba de temporada y la siguiente ya dejaba entrever que el club asumía el descenso y preparaba su futuro proyecto.

Con Jaume Mut tampoco ha llegado ninguna victoria y la derrota ante el Ceuta ha adelantado un descenso que parecía cuestión de tiempo y que supone la culminación de una temporada a la deriva.