Perdía por 19 puntos a falta de dos minutos para acaba el tercer cuarto, pero, por esas cosas maravillosas que tiene el deporte, el Olympiacos acabó ganando con una canasta de Printezis en el último segundo y proclamándose campeón de Europa tras derrotar (61-62) al todopoderoso CSKA de Moscú.
El conjunto heleno se sobrepuso a un primera parte indigna de un finalista de la máxima competición continental y persistió hasta poner al conjunto ruso contra las cuerdas y dejar que fuera él al que le entrara el miedo a ganar.
Y eso que el partido parecía tener claro color moscovita tras lo visto en el primer tiempo. El CSKA supo superar un primer cuarto bochornoso, el peor en cuanto anotación conjunta en la historia de las Finales a Cuatro (10-7), y probablemente también en cuanto a juego. El Olympiacos, en cambio, parecía que lo arrastraría todo el partido.
Un primer período en el que las defensas ahogaban a los ataques y las pérdidas de balón (13) y las faltas (12) se sucedían a uno y otro lado de la pista, con porcentajes en tiros de campo inferiores al 30 por ciento en ambos conjuntos.
Teodosic, con tres triples consecutivos, puso fin al rosario de despropósitos que hasta ese momento se había vivido en el Sinan Erdem Arena y rompió por fin el partido mediado el segundo cuarto (25-13, min.15).
Dusan Ivkovic pidió tiempo muerto para cambiar la defensa sobre el base serbio, pero sirvió de poco. Lavrinovic tomó el relevo en el ataque moscovita y su aportación en la pintura resultó decisiva para mantener la renta de su equipo hasta llegar al descanso (34-20).
El Olympiacos se fue al descanso tras firmar una primera mitad para olvidar. Solo tres de sus jugadores fueron capaces de anotar en los primeros veinte minutos: Spanoulis y Papanikolau, autores de 9 puntos cada uno, y Antic, quien había logrado la primera canasta para luego desaparecer de la pista como el resto de sus compañeros.
Siguió dominando el CSKA tras la reanudación. Intenso atrás, cerrando las líneas de pase del conjunto heleno, dominando el rebote defensivo y, en ataque, creciente en el tiro exterior.
Un nuevo triple de Teodosic disparaba las opciones de título para los rusos (41-25, min.22). El serbio contagió su acierto desde los 6,75 a Khryapa y Kirilenko, que junto a una penetración de Shved, dejarían la final prácticamente sentenciada (53-34, min.28). No fue, ni mucho menos, así.
Mantazaris, Printezis y Sloukas aparecerían por primera vez en todo el partido para endosar a CSKA un parcial de 0-6 y maquillar el marcador al final del tercer período (53-40).
Pero la reacción helena no acabaría ahí. Porque Sloukas y Printezis se habían reenganchado al encuentro. Entre los dos y Keselj lograron los ocho primeros puntos del último cuarto y el Olympiacos se puso solo cinco abajo (53-48, min.32).
En total, fueron catorce puntos consecutivos de los griegos en seis minutos en los que el CSKA se quedó sin anotar, hasta que después de un tiempo muerto de Jonas Kazlauskas, Siskauskas, desde el poste bajo, puso fin a la sangría.
No obstante, el Olympiacos, con Printezis y Papanikolau asumiendo la responsabilidad ofensiva, persistió. Y llevó a los rusos a tener que ganar el partido a falta de un minuto para el final (60-58).
Kirilenko falló un tiro libre, Teodosic otro y Papanikolau metió los dos que le tocó tirar. Con 61-60 y diez segundos para el final, la defensa griega, inmensa en el último tramo del choque, también llevó a Siskauskas a la línea de personal y el lituano falló sus dos lanzamientos.
El rebote fue para el Olympiacos y el tiro de la gloria, un medio gancho de Printezis prácticamente sobre la bocina. Los jugadores del CSKA no se lo podían creer. Kirilenko estaba desolado y la locura se desató en la pista y en las gradas para los jugadores y los aficionados helenos.
Spanoulis levantó la segunda Euroliga para el Olympiacos. Y también el trofeo que le acredita como el mejor de esta 'Final Four'.
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