Carrera. Alba muestra las medallas logradas con la selección y sus clubes. | M. À. Cañellas

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La colección de adjetivos para describir la trayectoria de Alba Torrens Salom (Binissalem, 1989) se ha agotado. Una buena forma de desgranar la brillante trayectoria de la que va camino de ser la mejor baloncestista española de todos los tiempos es observar las imágenes que ilustran estas páginas. A pocas horas de volar de nuevo hacia Mallorca para iniciar junto a la selección española un stage que culminará con dos amistosos ante Japón (5 y 6 de julio), la binissalemera muestra para Ultima Hora sus joyas, su tesoro en forma de preseas. Una colección de medallas única en Balears y con pocas réplicas en nuestro país.

Además de las logradas con las selección española en categorías inferiores, desde su estreno con la absoluta en Letonia (2009), se unen las que la sitúan como la reina de la Euroliga. «La primera con Avenida fue especial, la del Galatasaray también, por venir de la lesión. Y las dos de Ekaterimburgo te hacen ver lo difícil que es ganar este torneo», comenta sobre sus cuatro títulos. Hace unas semanas lograba su última corona, la segunda con el Ekaterimburgo, siendo la jugadora nacida en España y Europa con más entorchados en la máxima competición continental de clubes. Recién renovado su contrato con el Ekaterimburgo (hasta 2020), ahora centra sus miras deportivas en el Mundial de Tenerife, en septiembre.

Recuerdos
Muchas imágenes, recuerdos y pensamientos le vienen a la cabeza a Alba Torrens a la hora de repasar los éxitos que se plasman en forma de metal en su colección de medallas. En el corazón de su Binissalem natal, las expone a la par que sigue recibiendo felicitaciones de sus vecinos, amigos, familiares... De la gente de toda la vida. Y firma autógrafos entre los más jóvenes del pueblo, que tienen en ella un referente único.

Alba pasa revista al grueso de sus logros. Falta alguna presea, como el bronce que se colgó en el Eurobasket de 2009, su primer gran logro con la absoluta, tras debutar en el Preolímpico y en los Juegos de Pekín 2008, donde fue quinta y diploma, o la de la Euroliga 2011, en la que no hubo medalla.

En Letonia, con 19 años, Alba estrenaba la colección. «Era la primera medalla, mi primer Europeo. Lo que más recuerdo era dar el salto, el nivel de las rivales. Me dí cuenta de que ya no estaba en categorías inferiores y supe lo difícil que era ganar una medalla», dice.

Inédito
Un año después, en el Mundial de 2010 de la República Checa, llegaba otro momento para recordar. «Era lo nunca visto», confiesa Alba a la hora de referirse al bronce. «Son palabras mayores, fue un momento histórico y se consiguió ganando a Francia en cuartos y a Bielorrusia en el partido por el tercer puesto». Ahí comenzó una etapa dura. El tropiezo en el Eurobasket 2011 cerró las puertas de los Juegos de Londres (2012), pero el regreso sería por todo lo alto. El Europeo de 2013, en Francia, dejó el segundo oro para España, el primero para Torrens y su generación. «Nos levantamos y yo venía de una larga lesión. Eso lo hizo más especial. Nunca lo olvidaré». explicaba. No en vano, Alba y sus compañeras doblegaron a las anfitrionas en una final apasionante (70-69).

Lo mejor estaba por llegar. En 2014 tocaba Mundial, en Turquía. «Lo de 2011 nos enseñó a empezar a cero en cada torneo. Nos preparamos para ganar, olvidamos el oro de 2013 y salió todo redondo. La semifinal ante Turquía, donde jugaba entonces, fue especial. La ganamos y superamos nuestra propia historia. La final ante Estados Unidos la disfrutamos, la plata te sabía a oro», recuerda.

Del Eurobasket de 2015 (bronce) le viene a la cabeza «el alto nivel, fue duro. También nos jugábamos ir a Río y nos sacamos la espina». Y llegaron los Juegos Olímpicos, «lo máximo a lo que aspira un deportista». Alba ensalza la actitud del vestuario «porque íbamos a competir, con un objetivo, que era pelear por medalla. Disfrutamos la experiencia y ganar la plata era algo que pocas habríamos imaginado. Fue una lección de fe».
El Eurobasket 2017 trajo otro oro, de nuevo ante Francia en la final. «Sabíamos que la línea entre ganar y perder era muy fina. Y acabó bien», rememoraba con nostalgia Alba Torrens.