El interés del UMMC Ekaterimburgo ya era patente desde el precipitado final de la pasada temporada, que se vio alterada por la crisis sanitaria del coronavirus, y sólo faltaba concretar un acuerdo que permitirá a la mallorquina continuar en la disciplina de uno de los clubes más laureados del continente. La buena predisposición por ambas partes ha sido clave para cerrar la continuidad de Alba en Ekaterimburgo.
Y es que la identificación de Torrens con el proyecto del UMMC Ekaterimburgo es total. Allí llegó en 2014 y desde entonces ha reafirmado al histórico club como referente del baloncesto ruso, además de añadir a su palmarés tres títulos de la Euroliga Femenina (2016, 2018 y 2019), de los cinco que posee Alba en su palmarés, pues anteriormente ya fue campeona de Europa con el Perfumerías Avenida (2011) y el Galatasaray turco (2014). Títulos de la Supercopa Europea y la Copa de Rusia también forman parte de su bagaje vistiendo la elástica del club ruso, del que la balear es un emblema tras más de un lustro defendiendo sus intereses, dentro de una plantilla plagada de estrellas en la que Torrens ha sabido defender sus galones.
El largo parón, antes de reincorporarse a las filas del UMMC Ekaterimburgo, lo está aprovechando Alba Torrens para cargar pilas en su Mallorca natal, más concretamente en Binissalem, y pulir la recuperación de su rodilla, tras retornar a las pistas avanzada la campaña 2019/20 después de una larga lesión que le apartó durante meses de las canchas.
Ahora, de nuevo la Liga Rusa y la Euroliga Femenina, entre otros retos, focalizarán las ambiciones de la mallorquina, que tiene en el técnico Miguel Méndez a un gran punto de apoyo en el vestuario del Ekaterimburgo, aunque en el horizonte también planean dos retos que motivan especialmente a la jugadora de Binissalem: el Eurobasket y los Juegos de Tokio.
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