La jugadora española de baloncesto Anna Cruz. | Twitter

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La jugadora española Anna Cruz también reconoce haber sufrido un trato abusivo por parte del ya exseleccionador de baloncesto Lucas Mondelo, cuyo «maltrato psicológico continuado», sobre todo en la concentración del pasado mes de noviembre, lo que le hizo decir «basta» y dejar el combinado nacional en enero.

«Cuesta mucho llegar a la élite y es muy duro tenerlo que dejar porque una persona te hace la vida imposible, pero lo haces para salvar tu salud. Su maltrato psicológico continuado me generó estrés, ansiedad, depresión... Me llevó a abandonar la selección y a vivir un proceso muy difícil», recalca Cruz en una entrevista publicada este jueves por 'El País'.

La catalana se une así a la denuncia de su compañera Marta Xargay, que en el mismo periódico reconoció la presión a la que le sometió el técnico con su peso y que le hizo sufrir episodios de bulimia y a dejar también el baloncesto.

Para Cruz, aquello del peso lo usaba Mondelo en el Kursk ruso como «estrategia de presión y acoso, no de control médico» y que con ese trato «ha hundido a muchas jugadoras». «A mí no me pilló por ahí, pero me fue minando por otras vías», admite la alero para la que «la exigencia del deporte de élite no se puede llevar por delante el resto de valores» y que «no todo vale para ganar y ganar no lo puede justificar todo».

«Se tiene que normalizar el decir basta, no el tragar siempre. No vale todo. Ojalá ninguna compañera tenga que volver a vivir nunca este trato. Nos encanta competir y pasamos por alto cosas intolerables. Las medallas y los títulos no tienen que salir tan caros», afirma.

Cruz recuerda que el grupo de la selección estaba «muy unido también» contra el seleccionador. «Todas lo sufríamos y nos hacíamos fuertes entre nosotras, pero con el tiempo, él consolidó esa necesidad de conflicto que tiene para desarrollar su mando y comenzó a fomentar la competencia insana dentro del equipo», detalla.

La catalana no esconde que tener que «obedecer a alguien que te hace la vida imposible es durísimo mentalmente» y que si no le reían «las gracias» al técnico, este consideraba a la implicada como «problemática». «Esto no deja de ser un trabajo y esas prácticas son de acoso laboral», añade.

Pero lo más duro para Cruz, jugadora clave en el ciclo exitoso del combinado nacional, llegó en la concentración del pasado mes de noviembre en Valencia. «Necesité ayuda psicológica para superar el pánico a ir a entrenar esos días», advierte la jugadora, que había mostrado públicamente tanto su apoyo a Xargay cuando esta anunció que lo dejaba como su crítica a Lucas Mondelo.

«Las faltas de respeto, personales y profesionales que sufrí en aquella concentración fueron durísimas. Pasaba de hacerme el vacío a la descalificación delante de todos. El abuso de poder se convirtió en humillación. Tuve que defenderme hasta de cuestiones de mi vida privada. Los ataques de ansiedad que sufrí aquellos días me llevaron a decir basta. No podía aguantar más toda esa mierda», subraya.

En enero dejó el combinado nacional con una carta donde aseguraba que «a la familia» no se la trataba «así» y por no poder «seguir tolerando actos» que iban en contra de sus «principios», aunque no citaba en ningún momento a Mondelo. «No pude ni poner la tele, me hacía daño verlas. No estamos ahí por motivos extradeportivos, son muchos años y muchas cosas que hemos vivido juntas. Muchos momentos bonitos y difíciles», sentencia Cruz sobre si ha podido ver al equipo en el Eurobasket y en los Juegos.

El pasado martes, el técnico, que fue destituido como seleccionador nacional femenino tras caer en los cuartos en Tokyo 2020 aunque tenía contrato hasta 2024, expresó su «rechazo total, sorpresa y consternación por las supuestas responsabilidades atribuidas» en las declaraciones de Marta Xargay.

«He podido ser partícipe de la mayoría de sus éxitos en su vida profesional y fue mi opción personal para que me acompañara en la aventura en el Dinamo Kursk. Solo estuve allí durante una temporada, al contrario que Marta, que estuvo un año más. Siempre he tenido a Marta en alta estima, tratada con el máximo respeto y admirada por su rendimiento dentro de la exigente preparación y de los altos objetivos marcados, muchos de ellos conseguidos, en el periodo más exitoso de la FEB para el basket femenino», afirmó en un comunicado donde se reservaba el derecho de emprender acciones legales.