Wallace tapona el lanzamiento de Donaldson, ayer en Bintaufa. | T. Mercadal

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Menorca 67

Gran Canaria 76


Menorca (14+11+27+15)
: Ciorciari (0), Limonad (11), Victor (18), Donaldson (10), Radenovic (17) -cinco inicial-, Caio Torres (4), Sanders (5), Huertas (2), Otegui (0) y Servera (0).

Gran Canaria (28+15+15+18): Green (10), Carroll (21), Beirán (9), Domínguez (4), Wallace (14) cinco inicial-, Bellas (7), Bramos (4), Nelson (7) y Moran (0).

Àrbitros: Pérez, Jiménez y Calatrava. Eliminaron por faltas a Donaldson, Sanders, Radenovic y Domínguez.


Llegados a este punto, es evidente que el Menorca, enfermo como está, no responde a tratamiento alguno. Ni las terapias individuales, ni las charlas de grupo, ni la medicina de los refuerzos, nada ha funcionado. La salud del equipo no mejora, siquiera después de que el club haya activado toda su maquinaria para aliviar el dolor.

Entubado como está, el Menorca pasa los días a la espera de que ocurra algo que nunca sucede. Que una victoria le abra los ojos, o que sus rivales sientan el rigor de Bintaufa como antaño. Pero nada, las jornadas se consumen y los isleños siguen en el mismo sitio. Es más, hacía tiempo que el Pavelló no asistía a un ejercicio de impotencia similar al que se adivinó luego del 18-43, cuando la grada silbó para golpear conciencias. Y lo logró, porque el segundo tiempo fue estupendo. Solo que a un equipo como el Menorca no le alcanza con un par de buenos cuartos.

Así que es probable que la función ante el Gran Canaria fuera el réquiem por el grupo de Olmos, al margen de que queden jornadas y de que el miércoles el Menorca juegue ante el colista. La hinchada ha perdido la fe, el equipo transmite tristeza, y eso tiene difícil cura.

Un triple de Green, dos suspensiones de Carroll, un par de pérdidas de Ciorciari, la segunda falta de Radenovic... Todo eso dio con un 10-13, pero con la sensación de que el colectivo local iba a desplomarse al primer bufido. Seis puntos de Carroll zarandearon al Menorca, que se fue al suelo con otro triple de Green (12-22). El Gran Canaria dio cuenta de la avería del Menorca (14-28, primer cuarto).

Desastre

El segundo período fue un thriller de terror. El Gran Canaria convirtiera el partido en una carrera de patines. Defensa, rebote y transición. De manual. Un parcial de 0-13 le estalló en la cara a la hinchada, que empezó a silbar tras las pérdidas de Miki Servera y la secuencia de gazapos de Sanders (2/10). El 18-43 era un bochorno, con Bintaufa en llamas. Victor y Limonad entendieron que la situación era dantesca y un parcial de 7-0 ayudó a construir la idea de la reacción (25-43, descanso).
Con Limonad en la dirección y Donaldson asomando por el partido, el Menorca logró un parcial de 11-0 que le acercó (36-45). Un triple de Limonad y dos canastas de Victor pusieron el 52-58 que cerraba el tercer período, el de la reacción.

No había noticias de Carroll y Wallace andaba con cuatro faltas, por lo que Huertas comprimió al máximo la cita (61-64). Bintaufa creyó, pero entonces volvió el francotirador de Laramie, que anotó un triple y un par de tiros libres y metió el partido en la trituradora (61-69 a 4'07''). Y el Menorca ya no se levantó. Frágil como está, dos golpes eran demasiado (67-76).