Benyto Reynés, en la rueda de prensa en la que ha anunciado la disolución del Menorca Bàsquet. | Laura Pons Bedoya

TW
8

Fin de la agonía. El Menorca confirmó su desaparición, anunciada ocho días atrás, pero prorrogada hasta ayer a mediodía, instante en que las constantes vitales de la SAD no dieron para más. Sin dinero siquiera para afrontar la inscripción en LEB Oro –cuyo plazo apaga hoy–, la entidad de Maó emitió un comunicado por medio de la figura de su presidente, Benito Reynés, en que ratificó el extremo. A la tarde, comparecencia ante los medios por parte del dirigente, la última de su vida en tal condición.

Acompañado por su hermano y consejero de la SAD, Juan Reynés, en presencia del director general Oriol Humet, y del directivo Santi Obrador, el mandatario hilvanó un discurso en el que sobresalió su deseo de no generar «más polémica; todos somos culpables de lo que ha ocurrido, que en definitiva es algo muy triste para el deporte menorquín», aunque reiteró en su desazón con las administraciones públicas; «dejamos morir el proyecto por una cantidad que creo que era asumible», subrayó.

Reynés abrió su alocución expresando su agradecimiento «a los empleados del club, a proveedores, a la masa social, también a los medios de comunicación, y en definitiva a todas las personas que han hecho posible que este proyecto funcionara hasta el día de hoy». «Me parece increíble que tras reducir el presupuesto, los acuerdos que ya teníamos, y con la cantidad que pedimos, se deje morir un proyecto tan importante para Menorca, y más de la manera que se tira el dinero hoy en día, pero parece que no interesamos, no ha habido respuesta y cerramos el chiringuito. Hoy –por ayer–certificamos la defunción del Menorca Bàsquet», prosiguió el presidente de la finada SAD.

«La culpa es un poco de todos; tenía una gran ilusión por reflotar el proyecto, pero estamos en una época muy dura; quizá no he sabido hacerlo mejor, y si ha sido así, pido disculpas, pero no me arrepiento de la apuesta que hicimos hace un año, pues creí que regresar a la ACB era el modo de dar un impulso al club, de conseguir más respaldo, pero me equivoqué», abundó Reynés.

Acerca de la extraña maniobra articulada por la SAD, que tras anunciar su disolución ocho días atrás, ha mantenido su lucha, el presidente matiza que «hablé con bancos y algunas empresas para lograr el aval; el conseller d’esports me dijo que lo estaban intentado pero que no era posible... el cuento de siempre, y lo cierto es que no entiendo que se deje perder esto. En el futuro nos daremos cuenta de lo que hemos perdido». Se le recordó a Reynés que la deuda, reconocida por la SAD a julio de 2011, era de 5.6 millones, no de siete. «No me acuerdo de lo de hace un año, pero la herencia nos ha condicionado, aunque no quiero más polémicas, estoy cansado, y en tiempos de bonanza económica, lo habríamos arreglado, pero lo cierto es que no hemos sabido hacerlo; entrar en concurso era una vía de supervivencia, pero no ha sido así», respondió Reynés. «Confío en que en el futuro vuelva a surgir un equipo de elite en la Isla, y respecto al Pavelló Menorca, bueno, imagino que si hay seis millones para mantener el Palma Arena, algo habrá para conservar el de aquí», deslizó el mandatario.

Reynés, además, ha echado en falta una mayor respuesta popular. «Sí, esperaba más reacciones y manifestaciones de la gente, algo, pero la gente, por la crisis o lo que sea, está más dormida, aunque tampoco le podemos pedir más a la gente, siempre ha estado ahí, no tengo nada que reprocharles», terminó Reynés visiblemente abatido.

A partir de ahora, el proceso de disolución será conducido por los administradores concursales. El consejo de administración acaba en sus funciones, y los letrados solicitarán primero el cese de actividad y el ERE, el club al juez de lo mercantil que instruye su caso pedirá la disolución de la SAD, que concluirá cuando se liquide el patrimonio de la entidad en beneficio de los acreedores (de los que muchos se quedarán sin cobrar).