Sin Riquelme, sin Luis Enrique, sin Puyol. Van Gaal juega hoy sin
el jugador que aporta la magia, sin el que empuja al equipo y sin
el que mete el corazón. Demasiadas bajas para un grupo de moral
débil y expuesto continuamente en el escaparate de la duda y la
desconfianza. El holandés no confía en Riquelme, pero no le queda
más remedio que echar mano de él.
Sin embargo, lo que más duele a Van Gaal es tener que prescindir
de un elemento de la talla del asturiano. El equipo, sin Luis
Enrique, se encuentra despojado de uno de sus órganos vitales y en
momentos puntuales del campeonato nota en exceso la baja de quien
empuja, golpea, lucha y al menos cree en algo. El futbolista marcó
en el último partido que ganó el Barça desde que el Mallorca
retornó a Primera División.
Fue en el 97, coincidiendo con el primer año de Cúper en Palma.
Amato falló un penalti ante Hesp y Luis Enrique marcó en fuera de
juego. Ese fue el último choque que ganó el cuadro catalán en
Palma. A partir de ahí tres derrotas y un empate son el resumen de
las últimas visitas del equipo azulgrana. Pero Luis Enrique no será
el único al que hoy Van Gaal echará mucho de menos. Tampoco está
Puyol, hoy por hoy, el auténtico estandarte del Barcelona.
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