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La afición mallorquinista ha vuelto a caer en la frustración de la derrota. Los grandes de la Liga se han empeñado en detener el meteorico ritmo que habían alcanzado los baleares y la temperatura de la hinchada ha experimentado un más que justificado bajón.

La visita del Barcelona a Son Moix no generó la misma expectación que en el último compromiso liguero contra el Madrid y el aspecto del recinto bermellón no fue completo. La llegada del Barça sigue teniendo tirón en la Isla, pero las condiciones en las que vivía el club catalán hasta su arrollador paso por Palma no invitaban precisamente al espectaculo deportivo.

Si en Ciutat la semana transcurrió entre juzgados, en Barcelona, Van Gaal y Joan Gaspart asumieron un protagonismo muy negativo para sus intereses que ayer ofreció un giro radical.

Aquella fuerza que transmitía la afición azulgrana en Mallorca se vió ayer mermada por los acontecimientos de la semana y la representación culé, aunque numerosa, no alcanzó la magnitud de otras campañas anteriores.

Técnico y presidente culé gozaron en Son Moix de varios metros de sábanas, ya que la mayoría de pancartas que se leían desde el campo iban dirigidas su gestión o invitaban a un relevo en sus cargos. En las mismas, se recogía también la solidaridad del pueblo mallorquín, que aprovechó la presencia de la televisión para mandar un mensaje de apoyo a Galícia en estos dificiles momentos.

Fue precisamente la trasnmisión televisiva uno de los principales inconvenientes a la hora de completar el aforo del estadio. Ese dato, unido a la cercanía de las fechas navideñas y la temperatura, provocó que se observaran multitud de localidades sin dueño en diversas zonas del campo a la salida de los futbolistas.